Capítulo 11

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En el balcón, empezamos a conversar, ni siquiera sabía por qué había tomado la decisión de seguirla a este lugar, si las personas nos encontraban se armaría un escándalo, haciendo que la reputación de Adeline cayera al suelo.

-Muy bien milord, ya tiene la privacidad que deseaba ahora responda mi pregunta. – sus palabras me sacaron del transe, de pensar que lo que estábamos haciendo era una muy, muy mala idea.

-Lady Krueger, con todo el respeto que una dama se merece, ¿no es usted muy impertinente? – debí de controlar mis palabras, si la ofendía podría salir con otra pregunta absurda que debería de responder, para obtener su perdón, no es como si realmente me importara, ¿no?

- Si de hecho lo soy, ahora responda mi pregunta. – me miró a los ojos, esos ojos azul celeste brillaban con determinación, podía notar por que la llamaron impertinente, me parecía increíble que podía decirlo como si no le importara si la estaba insultando o no, ese poder me resultaba bastante agradable.

Le daría lo que quiere, un poco de verdad, se lo merecía, por estar aquí con la cabeza en alto, además de su impertinencia, solo para saciar su curiosidad.

- Lo que usted dijo es correcto, Estoy buscando un matrimonio por conveniencia, pero no solo eso si no una persona con la que pueda llevarme bien, ahora está contenta con su respuesta Lady Krueger. – en realidad estaba molesto conmigo por haber cedido tan rápido, debí de esperar más, solo para ver que tanto este pequeño gatito sacaba sus garras.

De repente llevó su mirada al suelo, quedando completamente en silencio, ya había saciado su curiosidad, aunque le di un poco de mentira en esa verdad, no buscaba casarme, pero siempre es bueno un poco de drama, podía utilizarla para expandir un par de rumores a mi conveniencia, claro.

-Cásese conmigo. – sus palabras sonaron como un susurro o acaso mi imaginación me traicionó, no había forma que la flor de la sociedad, Adeline Krueger acabara de proponerme matrimonio, solo por decirle que buscaba una esposa de conveniencia, si, seguramente mi estúpida imaginación traicionó a mis oídos.

- ¿Disculpe? – dije intentando parecer lo más sereno posible, no quería que pensara que esas palabras habían salido de sus labios.

- Cásese conmigo, Lord Barton, usted ocupa un matrimonio al igual que yo. – ¿Al igual que ella?, acaso pensaba que estaba aquí para un matrimonio con amor, en donde las parejas se sonríen entre sí, claro que no, buscaba una persona que ocupara algo de mí, así como yo ocupara algo de ella, eso era un matrimonio por conveniencia, no flores y detalles lindos.

- Creo que no me entendió, mi lady – pasé una mano en mi cabello, seguramente deshaciendo el peinado tan elegante que un sirviente había hecho en mí, pero no me importaba necesitaba distraerme con algo.

- Si lo entendí, y me quedo muy claro. – ¿Por qué rayos, ocupaba un matrimonio por conveniencia?, aunque no estuviera tan involucrada en la sociedad en estas últimas temporadas, tenía a varios caballeros a sus pies, hecho que me causaba que mi estomago se retorciera, pero no le daría importancia.

- Yo no puedo darle amor. – dije para que por fin pudiera entenderlo, eso era lo que ella merecía, alguien que pudiera amarla, ese sentimiento dejo de existir en mí el día que mi madre murió.

- Y yo no lo necesito, lo que ocupo de usted es que acepte casarse conmigo, no tiene que responderme ahora, si acepta envíeme flores lavanda y si no acepta entonces envíeme rosas rojas. – se dio la vuelta con rumbo al salón, lavandas, no era esa una flor común, se utilizaba para té y otras cosas esenciales, las rosas eran más comunes para dar a una dama de su calibre, no lavandas, además ¿acaso pensó que me dejaría con esa curiosidad?

Las Mentiras del duqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora