Había perdido completamente de vista a Marcela, tampoco parecía seguir ahí, pero Claudia me tenía tan ocupada que poco le di importancia, hasta se levantó gritando de emoción sobre mi rostro, asfixiándome un poco y tras castigar su clitoris con movimientos circulares me regalo las mieles de su deseo.
Al fin levantó su pierna y con la cara brillante por su orgasmo, me encontré con esa morbosa imagen de frente. Marcela estaba a los pies de la cama con un arnés, vistiendo un dildo color rosado casi fluorescente con un condón. Miraba morbosamente mi sexo y se masturbaba llenándolo de lubricante.
- ¿Eso también te gusta o prefieres que me folle a mi novia?
- No se pierde nada con probar ¿no?Brinco sobre la cama como una gata, me levantó las manos sobre la cabeza y le pidió a Claudia que las dejara prisioneras. Tomó una almohada, me hizo levantar la cadera y la colocó debajo de mis nalgas.
Me tomo de las crestas iliacas, se acercó de rodillas y jugo con el dildo por encima de mi sexo, mordiéndose el labio de forma morbosa.
- Que rico postrecito
Empujo sus caderas hacia adelante y lo metió un poco, Claudia tuvo que taparme la boca, me miraba de forma posesiva, el morbo y lujuria que reflejaba me hacían gritar de emoción, me encantaba eso de estar a merced de una mujer tan dominante.
Me torturo por un tiempo y cuando me movía para hacerlo entrar del todo ella se corría hacia atrás. No olvidare esa perversa risa maldadosa que la hacía feliz.
Claudia poco a poco quito su mano de mi boca, asegurándose que mis gemidos no fueran tan fuertes. Marcela, maldita, me hizo rogarle, suplicarle e implorarle que me comiera, que me follara con todas sus fuerzas.
Lo poco que había entrado lo volvió a sacar y me hizo desesperar aún más, ahora la miraba con rabia y odio. Colocó la punta sobre mi clitoris, metió su mano por debajo y Claudia me tapo la boca. Me retorcí de placer cuando sentí la vibración y mis ojos dieron vuelta hacia atrás.
Regresé mi mirada y cuando mis ojos se fijaron en los suyos, sus nalgas se levantaron separándose de sus talones y el dildo fue directo hasta lo más profundo. Se agarraba de mis crestas iliacas y con cada penetración veía como ella apretaba sus labios, sus ojos me comían con su fuego y sus grandes senos se mecían en oleadas.
No lo hacía mal y por poco me hace venir, pero aun necesitaba un poco más de su papel dominante y animal. Rodeé sus nalgas con mis talones y traté de marcarle el ritmo, pero aún no era suficiente.
Mientras se inclinaba hacia adelante para besar a su novia, me metí sus senos en la boca y tras un descuido de ambas aproveché para escaparme de en medio y hacerle dar la vuelta. La tendí boca arriba y de un salto me monté a horcajadas sobre su rosado miembro falso.
La cabalgué como un animal salvaje, brincando y saltando con desparpajo. Las dos se sorprendieron un poco, pero hasta les gusto que por fin tomara las riendas del asunto, apretando sus senos, mirándola con deseo y lujuria.
Claudia trato de montarse encima de su rostro y groseramente la hizo a un lado, no quería perderme de vista. Me miro con el ceño fruncido tomó de la cintura con una mano y con la otra del cuello, levantando su pelvis repetidamente.
Al fin lo que tanto estaba buscando. Ya ni siquiera tenía que moverme, ella hacia todo el trabajo encorvando su cuerpo y empujando con sus nalgas hacia arriba repetidamente, mi sexo se estrellaba contra el suyo y el sonido de nuestros cuerpos chocando hacían eco en la habitación.
- Si, no pares, no pares, fóllame, fóllame, duro, no pare, no pares
Claudia al ver lo loca que me había puesto, se hizo detrás de mí, me tomo de las caderas y simulo estarme follando por detrás. Apretaba mis senos y retorcía mis pezones, me decía porquerías al oído, mientras colocaba las manos encima de las de su novia para apretarme el cuello con más fuerza.
- No vas a olvidar esto nunca --me dijo al oído mordiendo mi lóbulo--
Me tiro los brazos hacia atrás, y me empujo hacia adelante. Marcela me comió la boca a mordiscos, era ruda y despiadada con sus dientes, al sentir el sabor a hierro de la sanger los chupo como un vampiro.
Cuando menos lo esperaba, Claudia me llevó las manos atrás de la espalda amarrándolas con algo dando vueltas en mis muñecas. Se acomodó de rodillas a un lado inclinándose hacía adelante y se lengua encontró mi agujero más estrecho.
- Chicas, chicas, espe....
Marcela me penetraba más y más rápido, me tapó la boca con su mano y con la otra empezó a apretar mi cuello hasta volver mi garganta un hilo. Claudia movía su lengua en círculos y luego jugaba en mi agujero tratando de penetrarme con la punta.
Sentí un líquido frio por detrás, me tenían tan limitada que apenas pude ver de reojo lo que estaba haciendo. Volteo el tarro de lubricante entre mis nalgas, con su falange empujaba únicamente metiendo la yema de su dedo y mi trasero empezó a palpitar.
- Esto te va a encantar --dijo Marcela con una risa macabra a mi oído--
Claudia cambio la frecuencia del vibrador, con duraciones entrecortadas y empujo su pelvis hacía adelante, mis ojos se fueron hacía atrás, sentí como se me iba el aliento, un calor llenaba mi cuerpo desde cada extremidad.
Dejó caer su cadera justo segundos antes de tener el orgasmo, miré hacia abajo y vi toda la longitud del dildo expuesta. Me dejé caer con todas mis fuerzas, sin recordar donde tenía Claudia su dedo... el cual entro a la misma velocidad por detrás.
- ¡AGGGGGGHHHHHHHHAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! ¡OH DIOSSSS! ¡OH DIOSSSS!
Una luz me cegó, como si una supernova implosionara frente a mis ojos. Era como si no fuera posible dejar de venirme, entre más apretaba mi sexo con mi mano más sentía mi impotencia y con el nuevo que Claudia me daba al mover su dedo en círculos era aún peor.
Hasta que, por fin los espasmos se detuvieron, me hicieron a un lado.
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Ella es: Dayanna (+18)
RomanceLlega un punto en el que no puedes mentirte más, ni tampoco ocultar lo que realmente eres, llega un punto en que conoces a un par de mujeres que te ayudar a transitar mucho más fácil ese espinoso momento en el que decides aceptar que te gustan otras...