#10 : Heeseung

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namas porque el capítulo anterior fue chiquito y me ando sintiendo generosa. luego me voy a ocupar en tubatu house y editar todo twenty y pasar el semestre (eso ya lo hice. se supone que iba a publicar esto en mis pocos ratos libres, pero esos los ocupé con otros pendientes —fics de bbs en ao3—). amo bad buddy, vivan los gays que se besan en azoteas.

 amo bad buddy, vivan los gays que se besan en azoteas

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Lee Heeseung. 16 de octubre, 2022. Seúl, Corea del Sur.

—¡A la verga, Lee Heeseung! —el castaño no se hubiera despertado, ni hubiese aflojado el apretado agarre que tenía alrededor de la cintura de su supuesto novio, de no ser porque la tienda que había preparado empezó a sacudirse, de modo que, en su pendejada, pensó que quizás estaban experimentando algún tipo de sismo. Spoiler alert: No lo era—. ¡Levántate, imbécil!

A menos que las placas tectónicas tuvieran cabello rosa, un sismo no era el caso.

El castaño iba a levantarse, en verdad lo iba a hacer, pero no consideraba que fuera su culpa que no hubiese llegado a hacerlo si fue Huening quien aplicó fuerza para que no se moviera. Anoche se habían quedado dormidos con el Baymax de peluche en medio de ambos, como si fuera una especie de bebé, pero durante aquella mañana se dio cuenta que el muñeco se encontraba tirado en una de las esquinas de la tienda y, en lugar de abrazar al peluche, Huening se aferraba a él como un bebé.

—Cinco minutos más. —había murmurado el menor en sueños en medio de una mueca en lo que enterraba su rostro en el espacio entre el cuello y el hombro del castaño, apretando más su cuerpo contra el suyo si eso se podía.

Era el momento en el que Heeseung menos quería arruinar su tranquilidad y en el que Sunoo más seguía jodiéndolo. A este punto, le importaba una mierda el check-out; pagaría dinero extra o hablaría con el arrendador para disculparse por pasarse de la hora, con tal de que lo dejaran disfrutar de la cálida sensación que era la respiración calmada de Kai contra la piel sensible de su cuello, ocultándose como un bebé.

¿Cómo habían terminado abrazados dentro de la tienda?

Había que regresar en el tiempo a unas cuantas horas en la madrugada, en medio de las latas de cerveza vacías, las botellas de soju y las historias del pasado tanto del castaño como del azabache.

Justo al momento en que se besaron.

—Quiero un beso. —le había dicho a Huening con toda la seguridad del mundo aunque, en su interior, no estaba realmente esperando algo. Solo quería mantener esa extraña, pero acogedora aura coqueta que los envolvía; buscaba seguir molestando al menor y provocando sus sonrojos de forma inocente.

De hecho, si el menor decidía echarse hacia atrás y negarse por completo, él solo reiría y se encogería de hombros para brindarle la completa seguridad de que solo estaba jugando.

what in the meeff? | heekai.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora