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—Jen, cariño, estás atrasada para tu primer día de clase. Yeji ya está lista desde hace diez minutos.

—Jesús, mamá, no me voy a morir por llegar tarde un día. Y dile a Yeji que se vaya sin mí.

La señora Kim la miró con una ceja enarcada, y Jennie le sonrió nerviosamente, rogando para que la mujer no le golpeara por haber reaccionado así.

—Es tu primer día de clases. Y no le diré eso, son hermanas, deben irse juntas —la de cabello castaño se giró para contestarle, pero entonces su mamá le dio un suave manotazo—. No te atrevas a contradecirme, Jennie Kim. Soy tu madre.

Jennie asintió, enfurruñada, y terminó de lavarse los dientes, antes de agarrar su mochila, bajando a paso apresurado la escalera. Su hermana menor, por un año, Yeji, le contempló con las mejillas infladas en actitud enojada, fastidiada por haber tenido que esperarla.

—La próxima vez que tardes, ¡me llevaré el auto yo! —dijo ella, saliendo detrás de ella.

La mayor le miró con burla, abriendo la puerta del copiloto.

—No eres capaz ni siquiera de encender el auto sola, boba —se burló, y antes de que ella le respondiera, cerró la puerta.

Rodeó el auto, subiendo por la entrada del piloto, y Yeji otra vez comenzó a reclamar que iban a llegar tarde, así que se limitó a ignorarla, en especial cuando sus reclamos aumentaron en el momento en el que se desvió del camino principal, deteniéndose frente a una casa donde un chico ya esperaba fuera.

—Pasa para atrás —le dijo Jennie, mientras Beomgyu se acercaba con una sonrisa enorme.

Yeji la miró con mala expresión.

—Pero me toca ir delante —reclamó.

Jennie suspiró y Beomgyu abrió la puerta trasera, entrando en tanto Yeji le sonreía a su hermana mayor con superioridad.

—Hola Yeji —saludó el chico de cabello negro, con una sonrisa dulce—, hola, Jendeukie.

Jennie se volteó, sin dejar de mirarlo con sus labios curvados hacia arriba y Yeji fingió una tos.

—Hola, oppa —saludó Yeji—, ¡ya vamos, unnie, estamos atrasadas!

—¿Acaso no puedo tener un momento con mi novio? —se quejó Jennie, volviendo a andar.

—¡No si yo estoy presente!

Beomgyu se rió con diversión, sacudiendo la cabeza, pero no parecía incómodo con la interacción de las dos hermanas: después de todo, llevaba siendo novio de Jennie ya casi un año y sabía muy bien que esas peleas eran sólo bromas entre las dos.

Minutos después llegaron al instituto, Yeji bajándose apenas el auto se detuvo, y Jen sacudió la cabeza mientras veía a su hermana menor perderse entre la multitud de personas. Sin embargo, no se bajó tampoco, esperando que Beomgyu se sentara delante para saludarla como correspondía.

El bonito chico estaba a su lado segundos después, inclinándose para darle un pequeño beso, y Jennie se sintió feliz de esa simple acción.

Jennie realmente estaba enamorada de Beomgyu.

Y, ¿por qué no sentirse feliz? Tenía una vida perfecta: poseía buenas notas, era la Presidente del Consejo de Estudiantes, su familia la quería, su novio le amaba, ¿por qué no ser feliz con eso?

Beomgyu se alejó, sonriendo tímidamente, acomodando sus libros en su regazo. Beomgyu también era un chico inteligente, siendo además el Delegado de último curso y una especie de secretario para Jennie.

Muñequito de porcelana  ⃒  ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora