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Jennie apoyó su frente contra la pared, suspirando por los nervios y el dolor en su estómago al recordar los ojos asustadizos de la chica frente a ella, su mirada llena de pánico, y se maldijo a sí misma por haber sido tan inconsecuente, tan torpe, tan susceptible, sólo por una tonta mancha en su camisa escolar.

Pero en ese momento sólo vio que su día estaba horrible, que tenía que dar un discurso con la camisa manchada, que se había quemado el pecho, y no pudo reaccionar de otra forma, aunque eso no fuera un justificativo para intimidar a una pobre estudiante nueva que no tuvo la culpa de nada.

—Me conseguí otra camiseta, Jennie noona—dijo Beomgyu, entrando al camarín de las mujeres con esa mirada de reproche todavía—, tienes suerte de que Chanyeol-ah no haya cambiado la clave de su casillero.

Jennie asintió, distraída, tomando la camisa entre sus manos, y suspiró con cansancio otra vez.

—Vamos, dilo —murmuró Jennie, con pesar.

Beomgyu se sentó a su lado, aunque no hizo amago de consolarla.

—Te he dicho miles de veces que no te lleves por tu rabia, Jennie —regañó, con tono serio—. Imagina si la hubieras golpeado, ¿qué imagen es esa? —el chico le tomó la mano—. Eres una buena chica, eres inteligente y graciosa, pero Jen, ponerte así sólo por un accidente...

—Sé que lo arruiné —admitió Jennie—, pero... pero no fue adrede, no pude controlarlo y no sabía qué hacer...

El medio hermano mayor de Chanyeol asintió, acariciándole el cabello.

—Vas a tener que pedirle perdón un millón de veces —dijo él.

—Lo sé, pero...

Jennie no sabía cómo explicarle a Beomgyu que esa chica no sólo le causó incomodidad, sino que también su expresión, sus ojos enormes, profundos y oscuros, enviaron una ola de electricidad por todo su cuerpo que la alteraba un montón.

Qué había algo extraño en ella y no quería tenerla cerca suyo.

Pero Beomgyu se molestaría, más aún porque al parecer Chanyeol era amigo de esa chica, y aunque Chanyeol y Beomgyu no se llevaran bien, él lo iba a cuidar igual a su forma.

El timbre de receso tocó, por lo que ambos se pusieron de pie, y Jennie comenzó a quitarse la manchada camisa mientras Beomgyu recogía sus cosas.

—Nos vemos en el discurso —le dijo él, dándole un beso en la mejilla.

Jennie asintió, distraída, observando al chico salir cuando un rostro conocido se asomaba.

—Hola y adiós, JiSoo noona—dijo Beomgyu, cruzando la puerta.

JiSoo le hizo un gesto vago de reconocimiento, entrando con el ceño algo arrugado por el sueño.

—Tu novio siempre rescatándote —se burló JiSoo.

Jennie asintió con expresión de pena.

—¿Crees que lo arruiné? —preguntó Jennie, más apenada porque sentía como si hubiera roto algo, como siempre solía ocurrir.

JiSoo se encogió de hombros.

—No tanto como yo —dijo JiSoo con pesar—, sin querer me pasé a burlar de una chica con Asperger.

Ambas se miraron para luego reírse con nervios.

—Mierda, somos lo peor, JiSoo —dijo Jennie.

JiSoo asintió, sin poder evitar darle la razón, recordando a la chiquilla de cabello naranja que estaba de pie frente a la máquina de refrescos, balanceándose en sus pies mientras sus ojos se movían por los botones para elegir la bebida que deseaba tomar. JiSoo se ubicó detrás de ella, medio dormida porque era demasiado temprano para estar en clases, pensando en lo que iba a tomar, cuando lo escuchó:

Muñequito de porcelana  ⃒  ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora