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Roseanne quería golpear a Jennie.

Quería ponerse frente a ella, mirarla a los ojos, ser capaz de enfrentarla y poder decirle que no era necesario que le mintiera, que podía ser sincera con ella, porque Rosé no le creía nada de toda esa fachada de estudiante, novia, amiga e hija perfecta que le vendía a todo el mundo.

Rosé quería ser capaz de decirle que podía confiar en ella a pesar de que Jennie la odiara.

―Bueno, ¿por qué estás enojada, Rosie?

Levantó la vista cuando en la habitación entró su psicólogo, Seokjin, sonriéndole ampliamente, y trató de relajar su expresión seria y enojada.

Jin se sentó en el puf frente a ella.

Estás enojada, ¿qué pasó? ―preguntó Jin hablando en voz alta, pero usando el lenguaje de señas también.

Rosé agarró el lápiz de color amarillo sobre la mesa, comenzando a apuñalar las pobres hojas que Jin solía tenerle para que dibujara o escribiera.

Rosie, Rosie, ¿qué haces? ―insistió Jin―. ¿Qué hemos hablado acerca de tus emociones? Las hojas no te han hecho nada.

Lo ignoró y Jin suspiró, tomándola de las manos para detenerla. Rosé forcejeó, enfurecida, antes de abrir su boca.

―¡Mordidas no, Roseanne! ―regañó Jin.

Rosé soltó un ruido extraño, entre un bufido y un gruñido.

Jin logró que soltara el lápiz y las hojas, mirando el papel blanco arruinado.

Odio que se vean blancas y perfectas ―expresó Rosé―. Me gusta que estén sucias, que se vean feas, como yo.

Jin frunció los labios, pensativo, negando con la cabeza.

No estás sucia, Roseanne ―dijo Jin con calma, como si el arrebato de Rosé no hubiera llamado su atención―. ¿Has tenido pesadillas?

Rosé hizo el amago de agarrar nuevas hojas, pero Jin le miró con advertencia.

¡La odio! ¡La odio! ―soltó Rosé amurrada―. ¡Es... es una idiota!

Roseanne, no estoy comprendiendo nada ―contestó Jin.

¡Jennie!

¿Es una nueva amiga?

¡Es un grano en el culo!

¡Roseanne!

¡Me mira como... como si yo fuera tonta, y trato de ser agradable con ella, pero es falsa, es una hipócrita, es una cínica, y eso me enferma! ¡Odio a la gente mentirosa! ―Rosé soltó un resoplido―. ¡Me odia, ¿cree que no lo sé?! ¡Pero se porta bien conmigo porque es una tonta lameculos que tiene que ser buena con todo el mundo! ¡No quiero que sea buena conmigo! ¡Quiero que me odie y me lo demuestre!

Seokjin no dijo nada por varios segundos, con expresión sorprendida y algo divertida por lo que le estaba diciendo Rosé. Terminó por sacudir la cabeza.

―Creo que debes ser la primera paciente que me dice que quiere ser odiada ―comentó como si nada, anotando algo en sus hojas―. Rosé, ¿quieres comenzar desde el principio?

Rosé soltó un nuevo bufido, rodando los ojos para luego hacer una mueca cuando Jin le pegó en la frente con su lápiz, llamando su atención. El psicólogo la miró con insistencia, y Rosé no pudo evitar recordar esos primeros días de años atrás, cuando estaba comenzando a ir y odiaba a Jin, porque Jin era un adulto desconocido. Además, le hacía preguntas tontas, sin sentido que no podía comprender y solía morderlo si perdía el control de sus propias emociones.

Muñequito de porcelana  ⃒  ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora