14.

256 45 13
                                    

Rosé apenas le había dirigido la mirada en todo el camino de regreso.

Jennie tamborileó sus dedos alrededor del manubrio, incómoda porque no sabía qué decirle a la muchacha para preguntarle el motivo de su comportamiento. Rosé estuvo más... apagada esa noche, su cambio de actitud fue repentino, y varias veces le preguntó si se sentía bien, si quería regresar a casa.

Pero Rosé se limitó a negar con la cabeza, tirando de él para darle besos en la boca, cortos y seguidos, llenos de necesidad, y Jennie decidió hacerla feliz. Luego, Lisa y JiSoo apareciendo y se pusieron a hablar entre las cuatro, y las cosas parecieron mejorar un poco.

Sin embargo, acababa de dejar a Lisa y JiSoo en la casa de la menor, y una vez solas, la incomodidad volvió a aparecer.

Jennie se detuvo fuera de la casa de Rosé, pidiéndole el cuaderno. La menor se lo tendió.

Si hice algo que te haya desagradado, lo siento, Roseanne.

Rosé leyó las palabras, sintiendo ahora ganas de llorar, y sacudió la cabeza en una torpe negativa.

No ha pasado nada, unnie. Es sólo que...

El papel en su bolsillo pesó como un ladrillo, pero no sabía cómo expresarse bien, porque tampoco entendía esos sentimientos en su interior. ¿Celos? ¿Rencor?

¿Odio?

Es sólo que me puse triste porque he recordado a Chanyeol. Triste y culpable.

Jennie suspiró al leer el mensaje, entendiendo la postura en la que estaba la chica porque a nadie le gustaba mentirles a sus mejores amigos. Sobre todo Roseanne, que parecía tan apegada a Chanyeol.

Si no estás segura de esto, Rosé, podemos dejarlo hasta aquí.

No quiso sonar tan categórica e incluso fría, pero sentía que necesitaba decírselo para saber qué tan segura estaba Rosé de lo que ellas podían tener. En especial, porque Jennie necesitaba un pequeño (gran) impulso para poder terminar con Beomgyu pronto.

Rosé leyó las palabras, sus labios frunciéndose en disgusto.

Estoy segura. La chica la miró un instante. Te quiero. Te quiero para mí, como mi novia. La mano de Rosé tembló. Te quiero, te quiero, te quiero, te qui–

Jennie detuvo el movimiento errático de la mano de Rosé, repentinamente asustada por su forma de actuar, y al voltear a verla notó su llanto silencio y sus ojos lagrimosos, mordiendo su labio inferior con fuerza.

—Oh, Rosé... —susurró Jennie, abrazándola de golpe porque no sabía qué otra cosa hacer en ese instante, porque su corazón se rompió al ver a Rosé llorar así.

Jennie no quería verla llorar nunca en la vida.

La meció, sintiendo como los hombros de la chica se sacudían por los sollozos, y le revolvió el cabello. Le murmuró palabras tranquilizadoras para que así se calmara, para que volviera a sonreírle con esa bonita sonrisa que poseía.

Al sentirla más calmada se alejó, limpiando sus mejillas con los dedos, y dándole pequeños besos seguidos.

Te quiero —dijo Jennie en lenguaje de señas.

Te quiero —respondió Rosé.

La mayor volvió a agarrar el cuaderno.

Rosé, yo también te quiero mucho y quiero estar contigo, ¿bien?

Te quiero tanto que a veces temo que te des cuenta de que no valgo la pena para ti, y eso me asusta mucho porque me gustas demasiado.

Rosé leyó sus palabras, pero negó con la cabeza, acurrucándose contra ella y queriendo que el aroma de Jennie la envolviera, la hiciera sentir feliz y amada. Los brazos de la mayor se sentían muy bien para ella porque parecían encajar perfectamente.

Muñequito de porcelana  ⃒  ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora