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Un agudo dolor la hizo estremecerse mientras el estruendo del mismo golpe sonó en la habitación, el ardor en su mejilla la obligó a llevar su mano a esta misma, dolía, miró al hombre frente a ella y como ya se había hecho costumbre desde hace unos años ella no lloró en cambio manteniendo su mirada en los ojos ajenos espero pacientemente a que terminara con su regaño, nisiquiera recordaba que era lo que había hecho para que su marido se enojara pero a este punto de su vida ya no le importaba lo suficiente como para intentar recordar de todos modos el saber no cambiaría nada.

El hombre frente a ella, Wiliam Bossuet, su marido, el hombre que sus padres habían aceptado alegremente en cuanto lo conocieron o mejor dicho, desde que supieron el dineral que tenía.

Y como siempre que lo tenía enfrente se sentía impotente, pequeño y sumamente vulnerable, odiaba su presencia.

-Será mejor que vayas allá, pongas tu mejor sonrisa y permanezcas en silencio.

Su voz la hizo estremecerse como cada que él hablaba, odiaba su voz.

-Como una muñeca.

Susurró aferrándose a su vestido para controlar las desbordantes emociones que la invadían..

-Exacto, como una muñeca.

Concordó él arreglándose la corbata. Mordió sus labios con frustración manteniendo la mirada baja, estaba enojada por su impotencia pero tenía miedo, el miedo que siempre la ha dominado desde que era una niña.

Sintió como él se acomodó a su lado, le miró de reojo viendo como le ofrecía el brazo para volver y como si su cuerpo estuviera en automático ella lo aceptó.

Una vez casi en el salón de banquetes su rostro cambió drásticamente a una sonrisa luminosa, cualquiera pensaría que era una mujer feliz en un matrimonio feliz.

-¿Por qué han tardado tanto?

Una pareja se acercó a ellos, ambos con una copa de vino en mano sonrientes como todos en la habitación.

Tan falso.

Como su matrimonio, como su vida, como ella.

-Oh lo lamento, mi esposa necesitaba un poco de aire.

Se excusó el hombre en su lugar mientras ella mantenía aquella sonrisa perfecta en su rostro.

Si, sin duda esperaba más del "fabuloso" matrimonio del que tanto sus padres le habían hablado. Esperaba más del "fabuloso" hombre que sus padres le habían escogido. Y sin duda esperaba más de la "fabulosa" vida que sus padres habían asegurado que tendría.

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Se deshizo del peinado que llevaba y que con tanto esfuerzo una de sus criadas le había hecho, una vez que su rizado y oscuro cabello yacía sobre sus hombros se levantó dirigiéndose a la habitación a un lado de la suya y allí la esperaba, aquellos hermosos e inocentes ojos la observaban ansiosos, sonrió genuinamente como solo podía cuando estaba con él.

-Mamá

La llamó suavemente, se acercó para sentarse en la cama.

-Mi bello niño ¿Listo para dormir?

Preguntó acariciándole el pelo igual de oscuro que el de ella, Erick su pequeño y único rayo de felicidad que tenía en su vida.

-Tu mejilla...

Elección [Diana Barry x Jerry Baynard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora