Ya había pasado un día y, aunque quisieran, Newt y Thomas aún no había hablado. Ninguno de los dos sabía que hacer, temían ser rechazados y terminar de arruinar su amistad, terminar de arruinarse.
Thomas se encontraba en un bar, estaba sólo, tomando cerveza. Usualmente no hacía ese tipo de cosas, le traían recuerdos de su relación abusiva con Teresa y de como lo obligaba a tomar hasta vomitar. Revivir de vuelta en su mente los momentos con teresa lo hizo pensar en como las cosas se habían calmado de la nada, la chica no lo había llamado ni le había mandado mensajes desde la fiesta y, sorpresivamente, la noticia de que "Al ex novio de Teresa le gustaban los hombres" no se propagó por toda la escuela, algo que de cierta forma género alivio en el Pelinegro.
El invierno había llegado y, por lo tanto, había empezado a nevar, incluso estando adentro Thomas podía sentir el frío helado congelando sus dedos descubiertos. Le pareció irónico, en su mente estaba el pensamiento de lo similar que era esa situación con su relación con Newt, es decir, estaba enamorado de su amigo hace tanto tiempo que ni el sabía cuanto, sin embargo se refugió en relacionarse con otras personas porque eso no lo exponía al dolor que podría conllevar perderlo, sin darse cuenta de que ese sentimiento aún seguiría ahí, dentro de él, porque era inevitable.
Tal vez el alcohol estaba haciendo efecto, tal vez debía volver a casa e intentar reunir el valor suficiente para enfrentarse a sus sentimientos, pero no podía, en cambio, simplemente se limitó a desempañar la ventana de vidrio que se encontraban a su costado. Observó los copos de nieve cayendo y haciendose uno con el piso humedo, observó a las personas que pasaban apuradas, por la calle, la mayoría yendo a trabajar o a estudiar, fue ahí cuando pudo divisar casi en cámara lenta una silueta que pasaba por su lado, solamente siendo divididos por esa gruesa capa de vidrio. Alguien que caminaba lento, cojeando de una pierna y con la mirada al piso, con su pelo amarillento y sus mejillas y nariz ligeramente rosadas por el frío, pudo reconocerlo en cuestión de segundos, sin embargo Newt no volteaba a verlo, se alejaba. Una voz habló en su cabeza, "Hazlo ahora o tal vez mas tarde no tengas la oportunidad de hacerlo" y como si fuera una orden, el pelinegro saltó en su lugar levantándose y salió corriendo en busca del rubio.
La nieve bloqueaba su vista al igual que su pelo que se le posaba justo encima de los ojos. Con la respiración agitada, movió su cabeza en busca del mas bajo, rogando en su mente que no sea demasiado tarde. Cuando lo encontró se dirigió hacia el y lo tomó del brazo, obligandolo a darse vuelta con una expresión confusa.
Casi como si hubiese visto un fantasma, la piel de Newt empalideció cuando se encontró con los profundos ojos castaños de Thomas, mirándolo con miedo, dolor e igual que siempre, amor, esa mirada que le había hecho tener tantas confusiones, ¿Cómo puedes mirar de esa forma a alguien de quién no estas enamorado? La diferencia era que ahora Thomas si sabía que estaba enamorado y no perdería el tiempo, ya no.
-Tommy. -Exclama el rubio en un susurro, suavizando su mirada.
Oir la voz de Newt una vez mas fue tan tranquilizador, tan bonito para Thomas que se preguntó por un momento como es que no se había dado cuenta de sus sentimientos antes.
-Newt. –Esboza una sonrisa mientras suelta suavemente el agarre de su brazo.
Aunque estuvieran en la calle, rodeados de gente y aunque no dijeran mucho, ambos sintieron ese momento como algo íntimo, los dos sabían que las cosas entre los dos habían cambiado, pero también sabían que estaban preparados para cualquier cosa. Mientras estén juntos, todo iba a estar bien.
Casi como estos lo llamaran, el pelinegro bajó su mirada hacia los labios del rubio, quién seguía con su vista fija en los ojos del contrario, tan brillantes como el sol y tan únicos como la nieve en la playa, hipnotizantes y atrayentes. Sin ninguna advertencia, Thomas pegó sus labios con los de Newt en un tierno y suave beso y, aunque lo tomó por sorpresa, el chico no dudó en coresponderlo, dejando escapar una pequeña sonrisa aún en medio de este. Ninguno de los dos sabía que pasaría después de ese beso, que conversación deberían tener, sin embargo querían disfrutar cada momento de este,
Al separarse ambos chicos mantuvieron su mirada en el otro, era como si fueran solamente ellos dos, siempre había sido así.
Después de unos minutos en silencio fue Newt quien rompió el hielo.
-Podía esperarme cualquier cosa de tu parte excepto esto, espero que lo sepas. -Exclama sonriendo antes de lanzar una risita, haciendo reír también al contrario.
Thomas se muerde el labio inferior, intentando encontrar las palabras adecuadas en su mente, hipnotizado por los ojos de quién en algún momento había sido solo su mejor amigo.
-Newt, perdóname si llegué muy tarde y si te he herido, pero quiero que sepas que. -Hace una pausa antes de seguir. -Aunque me haya costado aceptarlo y aunque haya intentado buscar este sentimiento en otras personas, es algo inevitable, estoy enamorado de ti y te quiero en mi vida, no solo como un amigo, sino como un compañero, quiero poder decirles a todos que eres la persona que amo. Aunque…Igualmente entenderé si es que perdiste tus sentimientos por mí, solamente debía decirlo.
Sus manos temblaban y el silencio del contrario lo hizo pasar los peores segundos de su vida, recién cuando Newt sonrió y lo abrazó, apoyando la cabeza en su pecho, fue cuando pudo respirar.
-Eres un bobo, ¿Cómo no te voy a seguir amando, Tommy? -Exclama mientras cierra los ojos y respirando profundo, llenando sus fosas nasales del olor tan característico del pelinegro, sintiendo el momento como si fuera lo único que necesitaba.
Thomas lanza una risita mientras rodea la espalda del mas bajo con sus brazos. -Es cierto, ¿Cómo no me querrías? -Dice en tono sarcástico.
-Creído. -Responde Newt con una pequeña sonrisa mientras separa el abrazo. -Sabés, tengo frio, ¿Que te parece si vamos a tu casa y hacemos algo? -Agrega.
El hecho de que no especificara a que se refería exactamente con "algo" hizo imaginar muchas cosas a la mente de Thomas, haciéndolo levantar levemente las cejas y sacándole un pequeño rubor de las mejillas.
Balbucea un poco antes de responder. -E-está bien, si no te molesta el desorden. -Se encoje de hombros.
-¿Cómo me va a molestar el desorden si vamos a ver los minions y comer palomitas de maíz? -Sonríe inocentemente el contrario, quién claramente no descubrió que era lo que había pasado por la mente del pelinegro.
El mas alto se sintió algo tonto por pensar en otra cosa, sonrió un poco y río tontamente. -Ésta bien, los minions. -Susurró para sí mismo.
El camino a casa de Thomas fue tranquilo, ambos jóvenes iban de la mano, intercambiando un par de besos cada tanto y riendo. De la nada todo parecía ser lo que siempre habían querido.
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