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"Que pesado eres, que si, ya estoy bien"

Tommy solo podía sonreír como un idiota mientras escuchaba a aquella voz quejándose de su asfixiante insistencia.

Realmente había extrañado oírla.

Tras varios días de incertidumbre, Purpled había comenzando a sanar de a poco. Le llevó casi dos semanas pero, milagrosamente, aquella enfermedad se había esfumado por completo.

—Osea... ¿Qué no te vas a morir?

"No Tom, sigo algo débil pero si consigo encontrar comida, pronto debería de estar bien."

—... Mierda, supongo que mala hierba nunca muere.

"En ese caso seremos inmortales, imbécil."

El rubio terminó por soltar suaves carcajadas que su contrario no tardó en corresponder. Sus risas no sólo eran de felicidad, si no también de alivio y cansancio, sintiendo que respiraba por primera vez en semanas.

Sus risas continuaron mientras que gruesas lágrimas caían por sus mejillas. Pronto se encontró llorando a modo de desahogo, ahogándose con sus propias lágrimas sin nunca dejar de sonreír.

El jóven abejorro dejó de prestar atención a su libro para observar detenidamente la conmovedora escena, viendo como el tercer chico en la habitación lloraba a moco tendido y se quedaba sin aire tanto por las risas como por el llanto.

Ranboo pensaba seriamente en llamar a un exorcista para este punto.

Al otro lado del océano [Goldenduo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora