Capítulo 16

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_ Escúchame con mucha atención, te voy a poner abogado, el mejor del distrito si es necesario. Pero como se te ocurra delatarme, no volverás a ver la luz del sol...._ decía el ojiazul, esto ultimo con dientes apretados_ no, yo no voy con amenazas Rafael, simplemente te advierto_ achicó los ojos escuchando lo que decía la persona al otro lado de la línea, se llevó el dedo índice y pulgar al entrecejo, negando_ okey, pues tu mismo, soy tu única salida ahora_ colgó mirando la pantalla con el ceño fruncido, resopló_ y este qué se ha creído? ya veremos cómo te va sin mi rata.

Mckenzie no era un hombre que se dejara doblegar tan fácilmente, a sus ojos Rafael no era mas que un vil excremento, una partícula de polvo, algo tan insignificante que no le llegaba a la suela de los zapatos. Digamos que ahora que se encontraba tras las rejas no suponía una amenaza para un hombre poderoso y adinerado como Mckenzie, el único detalle que olvidaba el ojiazul era que, aún estando detenido, Rafael seguía perteneciendo a un cartel muy peligroso, y no tardaría mucho en volver a tener noticias suyas. 

Por otro lado, Daniela y los demás ya iban de regreso a la cuidad. A la castaña no le hacía ilusión regresar, quería seguir disfrutando de aquella casa y sus comodidades, de la compañía de su novia que hacía cada momento inolvidable, mucho más si se escapaban a esa "baticueba" para tener un poco de sexo duro, y que ahora tenía un significado sentimental para ambas, incluso, al final terminó gustando de la compañía del grupo. Pero no era una persona que evadía sus responsabilidades. Más que eso necesitaba tener una conversación con su padre a ver si el hacía entrar en razón a Mafe. No había dejando de llamarla en todo el fin de semana, y ya se olía lo que quería. Por primera vez en la vida Daniela quería luchar por algo, aunque eso trajera por consecuencia el disgusto de su madre, Poche lo valía. Así que, apenas llegaron a casa llamó a German, agradeciendo que estuviera en la empresa y quedando en reunirse allí. María José aprovechó cuando la castaña se fue, no era que quisiera tenerla lejos, pero necesitaba privacidad para hablar con Jaramillo. Quedaron de reunirse en el despacho de éste en veinte minutos ya que se encontraba saliendo en ese momento de los juzgados, contento por haber ganado un juicio que le había costado sangre y sudor. 

La morena se cambió a unos vaqueros ajustados y una camisa amarilla, ya que no estaría muy bien visto que anduviera en chandal y playera por un despacho de prestigio como el de Jaramillo, aunque fuera una ropa extremadamente cómoda para ella. Salió al salón respondiendo un mensaje de Lucia para confirmar que ella y Daniela asistirían a la cena de esa noche, cogió las llaves y se guardó el celular mientras salía. La estancia en la hacienda le había hecho bien, se sentía más relajada respecto al tema Rafael Marques, a fin de cuentas... ¿qué podría hacer desde la carcel?. Cuando se subió al coche y prendió la radio, divisó una camioneta negra que estaba estacionada al otro lado de la calle, a una distancia prudente. Su cuerpo enseguida entró en tensión al pensar que esos hijos de puta todavía la seguían, era sospechoso, o ella estaba muy paranoica. Acomodó el espejo retrovisor para enfocar mejor la camioneta y por instinto sacó el celular para marcar a la policía. Ya estaba harta de tener miedo, no se iba a quedar de brazos cruzados mientras ellos seguramente se divertían de lo lindo acechándola, no. Así que, con el mismo impulso de la adrenalina del momento y alternando la mirada entre el retrovisor y el celular, comenzó a marcar. La ventanilla del conductor bajó y un castaño sacó la mano y la cabeza haciéndole señas, ella rodó los ojos colgando la llamada que por suerte todavía no daba tono. El conductor de la dichosa camioneta se bajó y ella imitó su gesto guardándose el celular. 

_ Jacobo, casi me matas de un infarto. Por momentos olvido que ustedes existen_ frotándose el pecho con una mano.

El ojiazul de complexión robusta doblo la comisura de sus labios en un intento de sonrisa.

_ Lo siento, solo hago mi trabajo.

_ Descuida hombre si ya lo sé, soy yo que ando medio paranoica_ miró su reloj de pulsera.

Todo Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora