Capitulo 5

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Eran más de las siete cuando Alexander sacó el coche del aparcamiento del centro comercial. Comenzaba el crepúsculo y el pálido cielo se teñía de velas rosadas que iban volviéndose naranjas. Pronto sería de noche. El día había pasado delante de sus ojos como una película en blanco y negro; y sin sonido. Camino y actuó solo por inercia, habían firmado una infinidad de documentos en todos lados. 

Habían ido a millones de tiendas, por todo tipo de cosas, ahora era el propietario de no solo varias prendas y calzados de diseño, si no hasta de relojes de marca y una MacBook de última generación. Era demasiado para asimilar y todo el día estuvo en modo automático. Alexander escogía y George se probaba la elección y al momento siguiente el articulo era puesto en el montón de la compra.

George sólo quería volver a casa, darse una ducha y acostarse. Pero no era eso lo que iba a suceder, y la cama en la que dormiría no sería la suya. Esa fue la razón porque que después de que Alexander le informara que no volvería a su ¿Cómo dijo? "agujero de hobbit" si, eso fue lo que dijo, al parecer al multimillonario se le había olvidado que mientras fue un estudiante medio muerto de hambre él vivía en un agujero igual. Y de verdad George daría lo que fuera por regresar a aquella época, por recuperar al chico de aquel entonces. 

Desde que Alexander le dijo que el trato comenzaba a surtir efecto inmediatamente y que iría a casa con él. George se había encerrado en sí mismo, la palabra "puta" le había llegado a la cabeza, era prácticamente ese tipo de empleo el que tenía ahora. Se había vendido a este hombre y punto.

Su hermano le había llamado infinidad de veces, pero no le contesto, no tenía paciencia ni ganas para lidiar con él. Y no le molesto que Alexander le dijera que él se ocuparía de su hermano. Al contrario. Se lo agradecía, parecía que era la única buena cosa que le estaba sucediendo aquel día de mierda.

Poco después, Alexander detuvo el coche y apagó el motor. Ni el local frente al que se hallaban ni la calle le resultaban familiares a George. «claro idiota, tu no frecuentas estos rumbos con tu precario sueldo» tan solo un donut por esta zona le costaba lo de un día completo de salario.

—¿Falta algo más que comprar?

—No, vamos a cenar —Alexander se quitó el cinturón de seguridad.

—No tengo hambre —Alexander le dirigió una mirada dura.

—Baja, George —como éste no se movió, se inclinó para desabrocharle el cinturón. —No hagas una escena aquí —Discutir con él no iba a servirle de nada. Y tampoco quería fastidiar por fastidiar.

Ya había transcurrido un día muy pesado y Dios era testigo que no tenía más energía. Bajó del coche y cruzó la calle al lado de él. Entraron en un pequeño restaurante, donde el maître saludó a Alexander por su nombre y los condujo a una mesa apartada. George no quiso vino, eligió sopa de primer plato, un entrante de segundo y fruta.

—¿Prefieres que no hablemos y mantengamos una conversación insulsa? ¿O dejamos el incómodo silencio? —preguntó, No le importaría cenar en silencio, pero la verdad no lo deseaba, el silencio lo obligaría a pensar y no quería hacerlo, no quería analizar la estupidez que estaba haciendo, prefería hacerlo más tarde cuando estuviera solo y pudiera derrumbarse sin que nadie fuera testigo.

— Podrías empezar contándome lo que has hecho estos últimos años — Alexander le dedicó una sonrisa burlona.

—¿Para qué? si ya lo sabes todo —Tomó un sorbo de agua helada—. ¿Has contratado a alguien para seguirme los pasos?

—Que yo sepa —se recostó en la silla y lo miró fijamente —No es delito que un hombre se interese por su expareja, más cuando este lo dejo sin darle ninguna explicación —El camarero sirvió la sopa y el pan y se retiró mientras George escrutaba el rostro de Alexander con algo parecido al desprecio.

El contrato[ALEX.A & GEORGE.R]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora