Dulce agonía

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Siento cada hedra de mi ser
profanada, ultrajada,
como un paño viejo y sucio,
como algo reemplazable,
como esa copa que yace en el suelo,
tan rota y desechable.

Entre sábanas de seda,
entre sueños desvelados,
duerme una mente perturbada,
bajo una dosis de consuelo,
que sólo las drogas pueden otorgar
a su pobre, triste
y solitaria alma fragmentada.

A veces un trago
parece más dulce que el anterior,
es tan hermoso,
y doloroso a la vez,
el precio que pagan
quienes codician la más bella rosa,
sin antes probar el veneno
camuflado en sus espinas.

Nunca lo entenderé,
No hay cortes ni heridas,
no hay raíz de dolor
que sumerja mi alma
en este mar de éxtasis
y alcohólica melancolía.

De melancolía y obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora