Prólogo.

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Todos tenemos una historia que contar, algunos poseen anécdotas dignas de un elogio, algunos más no tanto. Una odisea de felicidad y tristeza oculta tras cada una de ellas.

Así somos los humanos, a veces llega alguien a nuestras vidas que cambia nuestra forma de ver el mundo; en mi caso fue una chica y su nombre era Laura, la conocí al entrar a la universidad, fuimos amigos y después de un tiempo algo más.

Nuestros roles en el orden social eran drásticamente diferentes, yo, un chico con un padre rico e influyente y ella sólo era una joven de recursos escasos, cuya familia a duras penas podía costearse la colegiatura de la universidad, pese a esto yo decidí elegirla como la dueña de mi amor. Ella recién cumplía diecinueve cuando las cosas se tornaron mal.

Solíamos salir a pasear fuera de la gran metrópolis todos los fines de semana; pero algo ocurrió aquella noche, algo que ninguno pudo prever. Recuerdo que había demasiada neblina en la carretera y no lograba ver bien, hasta que en una curva engañosa lo que parecía ser un siervo se atravesó y perdí el control, volcamos cuesta abajo y ella murió.

Una cosa que nos distingue como personas es el como lidiamos con el dolor, yo ni siquiera pude soportar la pérdida, tanto que después de sufrir por años decidí irme y dejar todo atrás; abandoné a mi padre, a mis conocidos, absolutamente todo y a todos. Tome parte de los ahorros familiares y salí en el primer vuelo a Londres, decidí escapar al primer lugar más remoto y escondido de la mano de dios que encontrase.

Mi búsqueda me llevo a una pequeña ciudad al oeste de Europa, Greek-ford city.

Yo necesitaba empezar de nuevo y ese lugar era perfecto para el trabajo, completamente apartado, una ciudad con poco más de cinco o seis mil habitantes sin contar a los pequeños pueblos que vivían alrededor de la reserva boscosa que rodeaba la ciudad, kilómetros y kilómetros de espeso bosque y montañas nubladas que hacían de Greek-ford el lugar ideal para alguien con un pasado desastroso como el mío.

Ahora pude finalmente comprender lo ridícula que es la mente del ser humano, lo frágil que es, pero yo no tenía ni la más remota idea de todo lo que me aguardaría en ese lugar, eso me resulta irónico...supongo que a veces no tenemos que recordar lo que hemos perdido, si no más bien todo lo que nos queda por perder.

Alma de luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora