Capítulo 7: Ecos de una Tormenta.

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Érase una vez la historia de una herida, una tan abierta y profunda que ni el tiempo mismo era capaz de sanar.
Érase una vez la historia de una herida, la historia de cómo el aferrarnos a las cosas realmente importantes puede salvarnos de la oscuridad.
Érase una vez la historia de una herida, la historia donde el sanguinario se cobraría un alma, sacrificando otra en su lugar.

El tiempo vuela cuando te diviertes, y entre más lo haces más descuidado te vuelves. Ninguno podría prever las tragedias que se avecinaban, nadie hubiera podido imaginar lo que sucedería esa misma noche, o las siguientes. Era el principio de una guerra que recurriría al dolor más personal y ruin que pudiésemos ver jamás. La melancolía de un corazón sesgado puede ocasionar demasiado sufrimiento, tanto para si mismo, como para los demás.
Vivimos apegados a un pasado que no volverá, nos aferramos desesperadamente a conservar eso que nos lastima, tanto, que no somos conscientes que en nuestro afán podemos perder la oportunidad de sanar.

Después de un exitoso reencuentro consigo misma, Catherine y yo iniciamos el día rutinario después de que Edwin, el padre de Cath fuera a trabajar. Iniciamos yendo a la escuela de forma normal, concretamente ese sábado ideaba mis planes para el domingo, que era el cumpleaños de Cath, aprovechando que el fin de semana salíamos sumamente temprano traía conmigo la idea sutil de llevarla a algún sitio.

O eso pretendía, ya que aunque fuera fin de semana y hubiera pocas clases, me había comprometido con Sarah, la presidenta del consejo, a estudiar con ella para subir mis notas que no habían sido particularmente buenas durante los últimos exámenes, una vez me atrapó en el pasillo, no hubo vuelta atrás. Durante hora y media estuve repasando con ella, y, aunque fue muy útil ya que su asesoría me ayudó bastante, no se me quitaba esa impaciencia de irme pronto.

Sarah se dió cuenta de eso, a lo que empezó diciendo:

-Sabes que igual pudiste negarte ¿Verdad?-preguntó divertida.

-Soy un hombre de palabra, pero si, ya me urgía irme.

-Ya confiesa ¿Que traes entre manos?-Preguntó curiosa, a la vez que emocionada.

-Bueno...quiero sorprender a Cath antes de su cumpleaños. Así que pensé en llevarla a la feria estatal de Hanningway.

Sarah me miró por un momento, después se echó a reir antes de responder.

-Eso sería un muy buen detalle galán, pero podrías no sonrojarte tanto al decirlo.

-Oh vamos no seas tan dura...quiero que se sienta especial, tampoco quiero llevarla a un lugar tan sencillo.

-Owen, estoy muy segura de que ella sería felíz de ir contigo a cualquier lugar, sólo por el hecho de pasar tiempo contigo.

-¿Tu crees?

-Te lo aseguro, y apuesto lo que quieras a que tu también. Permíteme preguntarte algo galán ¿Sientes algo por Catherine, cierto?

La pregunta arremetió como un balde de agua fría, no por que me molestase, si no por que me hacía cuestionarme a mi mismo ¿Qué sentía exactamente por Cath?
Parecía algo sencillo de responder, al mismo tiempo en el que no lo era, resultaba cierto que últimamente la veía diferente, con otros ojos; mucho mayor afecto y con cierto deseo, también me alegraba meramente con su presencia, me causaba esa sensación de felicidad el verla. Era bastante obvio, pero hasta ese momento lo reconocí como tal, sentía algo por Cath.

-Yo...es decir, creo que ella me gusta, tal vez algo más-Dije ténuemente.

Sarah en respuesta a tal afirmación se emocionó de sobremanera, dando pequeños saltitos de alegría se acercó a mí tomándome por ambas manos y con una enorme sonrisa replicó.

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⏰ Última actualización: Jul 29 ⏰

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