Me levanté de mi cama, con cansancio y mucho sueño, bajé a la planta baja para desayunar, la comida estaba en la mesa, como siempre no estaba la presencia de mis figuras paternas.
No me lo tomé muy a pecho y empecé a comer en calma, esto ya era como una maldita rutina.
Me preparé, aunque lo único que hice fue ponerme la ropa, perfume y agarrar la mochila, el pelo estaba perfecto ya de ayer.
Salí de mi casa, las sirvientas rondaban por todas partes, caminé por las calles mientras pensaba que rango me tocaría, me daba mucha curiosidad, podría ser cualquiera.
Aunque tenía claro que seguramente sería el común, giré mi cabeza y miré hacia un lado, estaba el bosque, nunca había entrado ni lo haría.
Era una zona restringida por qué habían detectado magia demoníaca, en la tele dijeron que era por nuestra seguridad...
Mientras pensaba en todo esto y miraba el bosque, vi que había llegado a la escuela.
Entré, como todos los días estuve en el aula y pasaron las clases, que asco la clase de educación física, aunque a Canela le encanta, el tutor nos hizo correr y eran las 8 de la mañana, que horrible.
Sin contar ese dolor, el resto fue bien, aunque en historia, que estábamos dando sobre los demonios, y de como eran lo peor (seguramente no vieron uno en su vida), Canela desde el final de la clase me hacía caras graciosas.
No podía evitar que me entrara la risa, apreté los labios y me contuve, pero no podía, Canela seguía poniendo caras graciosas o sonriéndome de formas raras, no me podía contener.
Me dolía el estómago, intenté darle una seña a Teresa, pero ella estaba atenta a la explicación, entonces, finalmente estallé.
Solté una carcajada, es que eso había sido imposible de soportar.
La tutora me miró muy mal y me llamó la atención.
— Usted, Scarlett, ¿Que es lo que te da tanta risa? -dijo cruzándose de brazos- Cuéntanoslo a todos para que también nos riamos.
—No es nada importante, solo una risa tonta... Ya sabe -dije intentando excusarme-
— Más le vale... No repetiré nada, así que si no atiendes suspenderás -pronunció con desdén volviendo a girarse y volver a explicar- Por donde iba?...
Suspiré aliviada de que ese intercambio hubiera sido corto, miré mal a Canela.
Mientras la profesora seguía explicando Teresa desvió su mirada de ella y regañó entré murmullos a Canela.
De fondo le saqué la lengua, por traicionera. . .
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. . Me despedí de Teresa y Canela, estaba bastante feliz, caminé tranquilamente.
Pero algo dentro de mi picaba, no podía controlarme, tenía que hacerlo o me daría algo, la intriga me mataba.
