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Scarlett✨
Me levanté adolorida de mi cama, tenía un fuerte dolor de cabeza, no me sentía bien y fui al baño.
Me lavé la cara con agua, en ese momento recordé, ¿Aizetsu? No sabía si esa noche había escuchado bien.
Bajé a la planta baja, aún con ese tema rondando por mi cabeza, vi a mi padre sentado en el gran comedor coqueteando con una sirvienta, a veces no me podía creer que él fuera de la raza de los ángeles.
Como todos los días, desayuné en silencio, y otra vez me iba a saltar las clases de violín y piano, así que tenía bastante tiempo libre.
Me dediqué a peinar mi no tan larga cabellera clara.
Me fijé en un detalle en concreto, mi aro, el de encima de mi cabeza que brillaba de un color amarillo no muy fuertemente, parpadeaba de forma extraña, por razones que yo no sabía.
Lo toqué, le di golpecitos, pero nada, ni siquiera sabía si eso era algo malo, se me pasó por la cabeza ir caminando, pero sabiendo lo que pasó la última vez, no debería.
Así que fuí en coche, llevada por Mateo, el camino fue igual que siempre, no había mucho que hacer, me quedé apoyada contra la ventana mientras jugaba con mis manos.
Algo bastante infantil, pero no me importaba.
Después de ese más o menos largo camino llegué a la academia, pero algo pasaba, la gente iba corriendo, feliz, todos amontonados y todos esos alumnos que nunca venían, hoy si que estaban.
Esto seguramente era algo importante, me adentre para ver, pero tanta gente me estaba arrastrando, me estaban apretando y eso dolía.
Hasta que sentí un brazo que me jaló fuera de la multitud con fuerza, al mirar vi que se trataba de Teresa, que al lado tenia a Canela.
—Casi te ahogas, oh, ¿Estas bien? -dijo Teresa inspeccionandome un poco, sin encontrar ningún rastro de heridas- Menos mal, ten más cuidado
—Eso fue gracioso, un poco más y me quedo sin compañera, tenias que haber visto tu cara -esto fue dicho por Canela con un leve tono de burla- ahora enserio, ten cuidado, chica.
—Tampoco es para tanto, pero no me lo esperaba ¿Que ocurre para que halla tanto alboroto? -pregunté con mucha incertidumbre-
—¿No lo sabes? Hoy nos dan nuestros rangos, por eso también hoy no saldremos a las 3 de la tarde, sino a las 22, nos harán una revisión a todos para ver si tenemos rango -explicó suavemente Teresa con una cálida sonrisa-
—Si, ya era , ya podré demostrar que soy la mejor aquí -esto lo dijo una orgullosa Canela-
— Y aún sigues con eso, recuerda que te dan miedo los ratones -reprochó Teresa cruzada de brazos-
