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La imponente sombra de Balerion, el terror negro, el majestuoso dragón, se cernía sobre Dragonstone con una presencia que inspiraba respeto y temor. Descendiendo con gracia, del lomo de la bestia emergió el joven ser Aegon Targaryen, apenas con 17 años, pero con la carga de responsabilidades que su apellido conllevaba. Sus ojos, reflejando la mezcla de determinación y inquietud, se posaron en la playa, donde los preparativos para sus próximas nupcias estaban en marcha.

Dragonstone, testigo silente de innumerables historias, parecía vibrar con la tensión que se respiraba en el aire. Aegon caminaba por la orilla, sintiendo la arena bajo sus pies, mientras su mente se sumía en pensamientos profundos sobre el futuro que se avecinaba y las obligaciones que lo aguardaban.

En el escenario de esta isla ancestral, la vida de Aegon estaba a punto de tomar un rumbo crítico. Fue entonces cuando la voz carismática de Orys Baratheon rompió el silencio.

—Mi ser, Lord Aerion Targaryen, lo requiere para tratar asuntos de suma importancia —
anunció Orys, con una seriedad que no pasó desapercibida. La mirada entre amigos transmitía complicidad, pero también anticipación de desafíos venideros.

—¿Qué quiere el gordo ahora? —
respondió Aegon, teñiendo sus palabras con una pizca de sarcasmo. La respuesta de Orys fue encogerse de hombros, sugiriendo que, aunque no estaba seguro de la naturaleza del encuentro, era algo que merecía la atención del joven Targaryen.

—No lo sé, pero ahí están tus hermanas y madre, así que supongo que es serio — agregó Orys, como si quisiera recordarle a Aegon la gravedad de la situación.

La intriga y la preocupación se entrelazaban en los pensamientos de Aegon. Sus pasos lo llevaron hacia un destino incierto, mientras el eco de Dragonstone resonaba con las emociones de una familia ligada por sangre y deber. El sonido de las olas, testigos mudos de tantos eventos trascendentales, acompañaba el caminar del joven Targaryen, quien se preguntaba qué depararía esta vez la voluntad de su exigente padre.

—¿Crees que ya es consciente de lo que pasó en mi despedida de soltero? Seré hombre muerto — susurró Aegon, dejando al descubierto sus temores más profundos. Orys, con su característico humor, respondió

—No te preocupes por el viejo, preocúpate de Visenya. Si ella se entera, dile adiós a tus bolas —
una ligera risa escapó de los labios de Orys, pero la gravedad de la situación estaba presente.

—No ayudas, Orys — murmuró Aegon, revelando la ansiedad que lo carcomía. Mientras avanzaba hacia el encuentro familiar

—•—

La imponente oficina de Lord Aerion Targaryen se abrió ante Aegon, revelando un escenario majestuoso. Aerion, sentado en su sillón de vino, recibía las atenciones de su esposa, Lady Valaena Velaryon, quien le ofrecía vinos y uvas. La escena, cargada de una intimidad que desencadenaba en Aegon cierto disgusto, mostraba a sus padres sumidos en gestos melosos.

La mirada de Aegon se desvió hacia Visenya, su hermana mayor de 19 años. Ella, con una actitud desafiante, estaba recargada en una pared, soplándose los cabellos rebeldes que caían sobre su rostro, acentuando su característica trenza lateral. —

Deberías sonreír más, Vis —comentó Aegon, buscando romper la tensión en el ambiente.

La respuesta de Visenya no se hizo esperar.
—Me haría reír poner mi puño en tu cara —

replicó ella con sequedad, desafiando la paz efímera propuesta por su hermano. Aegon, acostumbrado a estos intercambios afilados, respondió con sarcasmo

—Siempre eres tan encantadora, te adoro por ello.—

Sus ojos se desplazaron hacia Rhaenys, su hermana menor, quien, en contraste, bordaba en silencio un dragón, emanando calidez con su sonrisa característica. Aegon la observó con dulzura, recibiendo una linda sonrisa de aprecio que resonaba con la conexión única entre hermanos.

Amor, Deber y Lágrimas <<Aegon I Targaryen >>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora