001

829 103 21
                                    

La luz dorada del atardecer se filtraba entre las ramas dispersas de los árboles, creando un escenario mágico para la escapada de Delaena y Orys por el otro lado de Dragonstone. Los campos ondulantes y los rebaños de ovejas proporcionaban una atmósfera de libertad, alejada del constante olor a azufre que caracterizaba el otro lado de la isla.

El caballo de Delaena, con su melena rubia ondeando al viento, surcaba el terreno a una velocidad asombrosa. La joven llevaba consigo su arco y flechas, demostrando destreza en cada movimiento. A su lado, Orys Baratheon, un hombre fornido y sonriente, la seguía de cerca, disfrutando de la brisa fresca que acompañaba su carrera.

El halcón abatido yacía en el suelo, testigo silencioso de la habilidad de Delaena con el arco. Orys, siempre apreciando las habilidades de la joven, levantó la ave con admiración.

— Vaya, sí que pesa... Al parecer, cenaremos bien esta noche — comentó Orys, con una sonrisa. Delaena, con una expresión de triunfo, asintió.

— ¿Ves? Te dije que venir a este lado de la isla era lo mejor. A veces, Dragonstone aburre con su olor a azufre — señaló Delaena, disfrutando del paisaje natural que ofrecía esa parte de la isla.

Orys sonrió en respuesta.

— Bueno, pero ya vámonos antes de que tus padres me maten porque se suponía que debía cuidar de ti — bromeó. Delaena, con su carácter indomable, le dio una mirada desafiante.

— ¿Una carrera? — propuso, con una chispa traviesa en los ojos. Orys aceptó la sugerencia con entusiasmo.

— Bueno... — comenzó a cabalgar rápidamente, desatando una competencia entre ambos. Delaena, con su caballo respondiendo a cada comando, se lanzó con determinación.

La luz del atardecer teñía de dorado los rizos de Delaena mientras se reía, entregándose al momento de libertad y aventura. Orys, aunque un poco detrás, disfrutaba del desafío y la risa contagiosa de la joven Targaryen. La carrera continuó, llevándolos por los campos de Dragonstone, mientras el sol se ocultaba lentamente en el horizonte, pintando el cielo de tonos cálidos y mágicos.

—•—

Al llegar a Dragonstone, la Delaena observó las barcas Velaryon ancladas a la distancia, un indicio claro de que la llegada de compañía estaba próxima. Orys miró la escena con una sonrisa pícara, augurando un cambio en la rutina de la isla.

— Parece que tendremos compañía esta noche — dijo Orys con jovialidad, mientras la brisa marina agitaba sus cabellos. La respuesta de Delaena, en cambio, fue de un evidente fastidio.

— Dios, qué horror — murmuró ella con irritación

—. Seguro mis padres o Aegon están detrás de esto.—

Los dos descendieron de sus caballos, y Orys aprovechó la ocasión para abordar un tema que pesaba sobre la joven Targaryen.

— ¿Sigues reacia a esa idea de matrimonio entre tú y Aethan? — preguntó Orys, buscando comprender los sentimientos de su amiga. La respuesta de Delaena fue firme y clara.

— Sí, yo no me quiero casar — expresó con determinación, revelando su resistencia a las expectativas impuestas.

Mientras caminaban por la playa de Dragonstone, Orys y Delaena compartieron risas y charlas amenas, pero el tema del matrimonio seguía flotando en el aire. La joven Targaryen, con su característica rebeldía, añadió con humor:

— Un marido y tener hijos... Ugh. Prefiero volar por el mar libre de cacería y comer pastel.—

Orys, conocedor de la personalidad indomable de Delaena, respondió revolviéndole el cabello con una risa burlona.

Amor, Deber y Lágrimas <<Aegon I Targaryen >>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora