La sentencia

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sé que en el anterior se vio un poco de SimonxDoctora princesa... y creo que habrán más princesas a futuro. Con lo de Flama y Finn, espero poder hacer un buen trabajo ya que antes, mucho antes, pensé en hacer uno con dulce princesa, así que espero poder un buen trabajo con Flama y Finn (una de mis parejas favoritas)

Guest: Una de las cosas que más me gusta en un fic, es cuando se conservan las personalidades y los que planeo hacer en el fic.

Hora de Aventura y sus personajes no me pertenecen.

Bonnibel había escuchado con atención la historia del hombre frente a ella. Desde el momento en el que compró la corona a un hombre que se veía desesperado por deshacerse de ella, hasta los últimos recuerdos antes de sucumbir a la demencia, en un mundo asediado por la radiación nuclear y seres monstruosos.

Simon miró a la princesa hecha de dulce, así como sus súbditos y fue entendiendo que él debía ser el último o uno de los últimos de su especie. Se encontraba suspendido en el aire gracias a que Jake aun lo mantenía prisionero, pues la princesa temía que él fuera a hacerle algo a sus súbditos o que quisiera volver a raptarla para obligarla a casarse con él.

A medida que el tiempo pasaba Simon fue recordando todo lo que vivió durante su cautiverio mental, o al menos lo que la corona le había permitido almacenar. Recordaba su castillo en la cima de una montaña helada, con todos sus pingüinos como súbditos y la habitación del pasado. Luego fue recordando la razón por la cual la princesa desconfiaba tanto de él.

Estaban algunos secretos de la nieve y el hielo, pero sin la corona o magia propia, difícilmente podría hacer un hechizo. Estaba Marceline, la niña a la que había salvado durante la guerra nuclear y algunos flashes confusos de ella creciendo hasta ser una adulta. Lo único extraño eran esos dos agujeros en su cuello.

—Princesa —miró la desconfianza en el rostro de la dulce princesa. Sabía que lo siguiente que fuera a decir lo liberaría o lo llevaría a la cárcel— Ahora sabe que todo lo que he hecho fue culpa de la corona. Todas las veces que yo le rapte, a usted y a todas las princesas, esa vez que le quite parte de su rostro para crear mi propia princesa, no fui yo, fue la corona. Le ruego su perdón y una segunda oportunidad.

Simon cerró sus ojos esperando alguna respuesta. La pelirosada no sabía que pensar. Por un lado, él podía estar diciendo la verdad y solamente fue un peón de la corona. Por el otro, pudiera ser que estuviera mintiendo y esperara un momento de descuido para cometer alguna fechoría.

Dulce princesa se llevó una mano a la barbilla mientras pensaba que hacer. Todo estaba pasando muy rápido. Justo esa mañana ella sólo quería rejuvenecer, pero ahora se encontraba ante el rey helado y otro de sus ataques de demencia.

—Princesa, si me disculpa. Creo que él dice la verdad —intervino la Doctora princesa— hace una hora él y yo estuvimos conversando sobre ciencia. ¡Sobre ciencia! Si él fuera el rey helado no sabría diferenciar un átomo de una molécula o cuantos átomos se necesitan para formar una molécula o ganarme en una competencia de decir la tabla periódica al revés más rápido y sin equivocarse.

—Él es más joven. Es obvio que tiene una mejor memoria —Bonnibel aún no creía que el rey halado había cambiado. No, ella no quería creer que él había cambiado. Nadie podía pasar de ser un loco a un sabio tan rápido— seguramente está tramando algo.

—Mírelo, si él estuviera tramando algo, seguramente sería algo mejor que dejarse capturar y contarnos cuentos—la doctora miró con compasión a Simon— Además, ser más joven no quiere decir que él sea un genio de la noche a la mañana.

—Quiero creerle. Quiero creer que él una buena persona —mintió— Pero todo lo que ha hecho en el pasado mi impide creerle —era verdad.

—Ya lo escuchó. Fue la corona quien nos hizo la vida imposible, no Simon. Usted sabe que hay objetos que pueden lavarnos el cerebro —esta vez Bonnibel no sabía que decir. No quería aceptar que estaba equivocada— Puede confiar en mí. Lo único que él quiere ahora es una segunda oportunidad.

El Fin De La Maldición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora