3. Wildest Dreams (Taylor's Version) - Taylor Swift

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La "fiesta" de Ferrari era un simple cóctel en los jardines del museo para todos los empleados, y con eso en mente Elena pensaba que no le costaría demasiado encontrar algo apropiado que llevar, debía ser así ¿no?

Bueno, por decirlo de alguna manera, estaba equivocada.

Llevaba arrastrando a Carlos detrás de ella de tienda en tienda toda la mañana, probablemente haciendo que el español se arrepintiese de haberse ofrecido a llevarla a Módena; pero si así era no había mostrado ni la más mínima señal: ni un mal gesto, ni una mala palabra o un tono de voz distinto a otro. Se había mantenido a su lado constantemente, acompañándola de tienda en tienda sin rechistar ni una sola vez e incluso animándola a entrar a la siguiente en busca del vestido perfecto.

¿Desde cuándo existían hombres así? Pero sobre todo, ¿desde cuándo un hombre que te conocía desde hacía dos días era capaz de comportarse así? Desde luego, Carlos Sainz padre podría estar orgulloso de haber criado a un gran hombre y a un gran piloto...

Alejó cualquier pensamiento acerca de figuras paternas de su cabeza mientras pasaba a explorar el siguiente perchero de la octava tienda que visitaban esa mañana, inspeccionando con cuidado cada prenda de ropa de una en una, sintiendo ella misma el hastío en su interior. Todos los vestidos y conjuntos que había visto hasta el momento no le habían gustado en lo absoluto, casi parecía que todas las tiendas tuvieran la misma ropa genérica y sin vida, pensada para el día a día de mujeres de oficina con vidas aburridas; pero justo cuando estaba a punto de darse por vencida en su atareada búsqueda, al girarse, lo encontró.

Fue como si se hubiera abierto el cielo después de haber estado días nublado y de pronto un rayo de luz iluminase aquel maniquí medio escondido detrás del perchero de rebajas. Seguramente era un vestido de alguna temporada pasada o que estaba ahí por error, pero había despertado la curiosidad de Elena y no iba a irse de allí sin al menos verlo de cerca.

—¿Has visto algo? —preguntó Carlos al notar el cambio en la expresión de la chica, pero esta no respondió.

Fue detrás de ella mientras se abría paso por la tienda hacia el maniquí, el cual le ayudó a rescatar de detrás de aquel perchero, dejando a la vista un precioso vestido azul cielo de cuello halter con una abertura en el pecho y corte a la cintura, dejando caer la vaporosa falda con gracia hasta lo que parecía ser poco más de la altura de la rodilla.

Elena deslizó la mano entre la suave tela del vestido y el maniquí buscando la etiqueta de la prenda, y sonrió con emoción al ver la talla de este. Aún debía probárselo pero, plasmado en la etiqueta estaba su número habitual de talla.

—Es este —alzó la mirada, que se encontró con la de Carlos posada en ella casi podría decir que con una sonrisa de alivio; y debía admitir que le costó un par de segundos despegar sus ojos de él para buscar a una dependienta que pudiera sacarle el vestido del maniquí para probárselo.

A pesar de que la dependienta intentó convencerla varias veces para que viera alguno de los vestidos de las nuevas colecciones, consiguió que la mujer le diera el vestido que ella quería y rápidamente se metió en el primer probador que encontró vacío. Se desvistió sin cuidado nada más correr la cortina, apilando su ropa en el banquito del pequeño espacio, y en pocos minutos se había enfundado en el vestido.

La tela abrazaba su cuerpo como si aquella pieza de ropa hubiese sido confeccionada especialmente para ella, como si cada puntada que había unido las costuras de aquel vestido se hubiera dado pensando especialmente en ella. Giró sobre sí misma ante el espejo alargado frente a ella, observando con una sonrisa cómo la falda se alzaba ligeramente ante el movimiento y ondeaba con gracia en el aire. Era simplemente perfecto.

RED - Carlos Sainz, Pierre GaslyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora