4. Barcelona - Ed Sheeran

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No le gustaban los aeropuertos. Tampoco los odiaba, no era como si no pudiera verlos en pintura o algo así, simplemente no le gustaba todo el trámite que había que pasar para poder coger un avión que le llevara del punto A al punto B. Entendía la necesidad de la seguridad y todas esas cosas, pero si pudiera saltarse todas las esperas pagando la suma que hiciera falta, lo haría sin dudarlo.

Claro que podría hacerlo si viajara en avión privado como harían los pilotos de la escudería, pero lo único que había podido ofrecerle Ferrari para salir en un día distinto a ellos era un asiento en business en un avión comercial; y por mucho que la palabra business sugiriese tratamiento preferente, y de hecho lo significase al menos dentro del avión, no le evitaba las esperas. Para eso había que pagar un poquito más, y ella no iba a pagar el sobrecoste si la empresa no lo hacía.

Con la maleta facturada y después de pasar tres cuartos de hora de controles de seguridad, comprobaciones de identidad y tener que apurar lo que le quedaba del café de Starbucks que se había comprado al llegar para poder pasar por el último control; finalmente logró llegar a la zona de embarque del aeropuerto y localizó la puerta por la que tendría que pasar ella, así que se sentó en uno de los duros asientos de la sala de espera para hacer lo que su nombre indicaba: esperar.

Estaba allí sentada cuando dos azafatas aparecieron y empezaron a revisar los billetes de todo el mundo para corroborar que estuvieran en la puerta de embarque correcta, así que preparó los suyos cuando vio que la más alta de las dos se acercaba a ella.

—Señorita Guitérrez, ¿verdad? —Elena asintió con la cabeza sin saber muy bien por qué la chica llevaba ya casi un minuto mirando su billete—. Le pido disculpas, mis compañeros han debido de confundirse al indicarle el camino, si no le importa venga conmigo, el billete de business le da acceso a la sala de espera VIP.

Los ojos de Elena se abrieron en grande al escuchar las palabras de la azafata, pero rápidamente se levantó de la silla y siguió a la azafata hasta unas puertas de cristal opaco que abrió con la identificación que llevaba colgada del cuello, y se hizo a un lado para dejarle pasar.

—Si necesita cualquier cosa no dude en pedírselo a cualquiera de mis compañeros, y de nuevo lamento la confusión —le pidió disculpas de nuevo antes de retirarse.

La sala VIP estaba prácticamente vacía a excepción de ella y unas quince personas más, para los que la sala se quedaba excesivamente grande. En el centro de esta había una barra de bar, así que decidió ir hacia allí para pedir un refresco para hacer tiempo. Quedaban todavía tres cuartos de hora para embarcar y su cuerpo aún le estaba pidiendo cafeína, una Coca Cola no le vendría nada mal.

Le pidió al camarero educadamente la bebida y apoyó el maletín en uno de los taburetes para sacar de este su monedero para pagar y seguidamente volver a guardarlo, y mientras cerraba la cremallera del maletín sintió cómo alguien tocaba su hombro.

—Perdona, se te ha caído esto al sacar el monedero —un chico alto de cabello castaño claro se hallaba tras ella, mirándola con grandes ojos azules oscuros como el océano profundo, y una muy leve sonrisa adornando sus labios finos rodeados por una poco espesa barba de tres días—. Es tuyo, ¿no?

Elena miró el identificador de Ferrari que había guardado en su maletín antes de salir de casa cuando estuvo a punto de olvidarlo, y asintió algo azorada. No podía ser su primer viaje y que ya fuera perdiendo las cosas por cualquier sitio.

—Sí, es mío, muchas gracias —le sonrió cogiendo el identificador y volviendo a guardarlo en el maletín, esa vez bien metido dentro de uno de los bolsillos interiores.

—¿Trabajas para Ferrari? —preguntó curioso el chico, parecía tener una edad parecida a la suya, y ahora que le escuchaba con más atención al hablar diría que tenía algo de acento que le recordaba al francés a pesar de hablar un casi perfecto italiano. Por algún motivo su rostro se le hacía conocido, pero aún no había decidido si era algo bueno o algo malo.

RED - Carlos Sainz, Pierre GaslyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora