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La hora de la cena había llegado. Me encontraba junto a Luke y Percy mostrándole al último como le rezábamos a los dioses.
Percy miraba extraño como cada uno de los campistas tiraba parte de su comida al fuego: la fresa más hermosa, el trozo de carne más jugoso, el rollito más crujiente y con más mantequilla.
—Quemamos ofrendas para los dioses. Les gusta el olor— susurro Luke.
—Estás de broma—dijo Percy.
Yo me acerqué para quemar mi ofrenda mientras ambos continuaban hablando detrás mío.
—Artemisa y Eros.
—Creí que tu padre era Apolo— dijo Percy sin entender el porqué yo le daba ofrendas a mi tía Artemisa y Eros envés de a mi padre.
—Y lo es, pero no por eso le rezaré a él. Además ya te lo he dicho antes no nos llevamos muy bien— le respondí observando como era el turno de Luke.
