LA ESCENA DEL CRIMEN

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Era una noche al sureste de la ciudad. El viento de la costa soplaba fríamente sobre la feria.          "Las maravillas de Mr. Pierro" se leía en el letrero de la entrada. Daniel y Mike, los guardas de seguridad de la feria, se quejaban de lo fría que estaba la noche. Daniel era un hombre blanco de ojos azules. Su cabello color platinado resaltaba en la oscuridad de la noche. Desde que era pequeñito todos lo llamaban Dani de cariño. Mike, de cuarenta y tres años, era un hombre moreno al cual todo mundo lo quería. Esa semana les tocaba el último turno de vigilancia. Era una noche lluviosa y tormentosa. Si Mike no hubiera traído los abrigos se hubieran muerto de frío. Dani, el más joven de los dos, tenía bastante sueño. Las atracciones de la feria se empezaron a desvanecer poco a poco. Sin darse cuenta cerró sus ojos y cayó en un raro sueño: caminaba tranquilamente por el hospital de la ciudad. Se podía ver un estetoscopio guindando en su cuello.

—Se solicita al Doctor Daniel a la sala de urgencias. Se escuchó en los altavoces del hospital. Esto se repitió 2 veces más. Daniel se dirigió a sala de urgencia y se encontró con una enfermera.

— ¿Qué pasa enfermera? —preguntó Daniel.

—Es muy serio doctor. —Le contestó— Tenemos un menor de edad muy grave, Tuvo un accidente automovilístico y una barra metálica del auto perforó su estómago.

—Llévenlo inmediatamente al quirófano —ordenó el doctor Daniel— Vamos a operar de emergencia...

Pero la operación nunca llegó. El hospital empezó a desvanecerse y el sueño se acabó. El familiar frío de la noche le hizo saber que había despertado de un sueño.

— ¡Aaah, qué pereza tengo! —Se quejó Daniel con su compañero.

—Parece que tienes mucho sueño. —Le preguntó Mike, mientras ambos caminaban.

—Es más cansancio que sueño pero solo a ese hijo de perra de Pierro se le ocurre la buenísima idea de ponernos esta semana el turno nocturno.

—No seas así. —Le respondió Mike con una sonrisa— Hace tres meses que no nos tocaba el turno de noche Además, es solo una semana...

Dani escuchaba lo que decía su compañero cada vez menos claro, y de un pronto a otro estaba de nuevo en el hospital. El doctor Dani estaba lavando sus manos. La operación había sido todo un éxito. Al salir del quirófano una dulce anciana con lágrimas lo esperaba, era la abuela del adolescente que el recién había operado.

—Gracias mil gracias que Dios me lo bendiga salvaste la vida de mi nieto. —Dijo la anciana.

—No merezco sus halagos yo daría mi propia vida por salvar otra. —Respondió Dani algo orgulloso. Él nunca había a visto a la dama sin embargo el rostro de la anciana se le hacía conocido como si lo había visto en alguna parte, por curiosidad Dani le preguntó por su nombre.

—Mi nombre es Margot, Margot Magcry. —Le respondió la anciana.

Hay Dani se dio cuenta que anciana es la esposa del mismísimo alcalde.

—Entonces le salve la vida al nieto del alcalde. —Se dijo así mismo—

Algo confundido por esa casualidad Dani se montó en su carro, mientras iba conduciendo se detuvo a ver el paisaje ya que el día era hermoso, estaba soleado. Él se sintió feliz ya que había salvado a ese joven. Se quedó viendo unas flores muy coloridas, cuando siente un olor desagradable detrás de él, la persona que traía ese hedor penetrante le había tocado el hombro.

—No tiene algún billete o unos centavos que me regale. —Fue lo que le pidió la indigente.

Le regaló unas monedas que le habían sobrado —Que bajó has caído Polette. Le dijo mientras se burlaba de ella.

SacramentumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora