•06 | Un corazón roto... de nuevo.

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Sábado 1 de febrero.

—¿Y bien? —soltó por fin Taehyung—. ¿me dirás a dónde vamos?

Gracias al cuidado de Jungkook, Taehyung se recuperó rápidamente. Aún tenía secuelas, como, por ejemplo, el molesto escurrimiento nasal; agradecía que poco a poco se recuperaba y no tendría que estar una semana en casa para recuperarse en su totalidad.

—Iremos a comprar algunas cosas —respondió con una media sonrisa—. Más bien, te iré a comprar algunas cosas.

Taehyung frunció el ceño. Si bien amaba que la gente lo apreciara al grado de regalarle cosas, también existía esa parte en dónde sentía que abusaba de la bondad de las personas. Cuando era chico estuvo rodeado de muchas personas, personas que regalaban cosas por amor, mientras que las otras partes sólo amaban eso de ellas. El valor económico sobresalía por los poros y eso Taehyung lo llegó a notar en muchas ocasiones. Eso le dejó un terrible trauma. ¿Qué tal si las personas también piensan eso de él? Él jamás se atrevería a querer a alguien sólo por economía o interés, sin embargo, era inevitable el alegrarse por recibir un regalo. Era un gran dilema que siempre ha tenido.

—Kook, no es necesario que gastes en mi —bufó Taehyung—. Tú más que nadie sabes que—

—Lo sé —interrumpió—, pero también sé que amas recibirlos, aunque lo niegues en la superficie.

Taehyung mordió su labio, bajando la mirada totalmente apenado. Jungkook tenía razón, no le gustaba admitir eso porque sabía que las personas podrían hacerse una idea errónea.

—¿Q-qué es? —balbuceó, jugando con sus manos.

—Algo que amas recibir.

Okay, Taehyung no podía con la vergüenza que estaba sintiendo. ¿A caso era normal el mal pensar aquello? Desde que Jungkook se burló cuando respondió lo del Motel, cada vez que piensa algo perverso prefiere no sacarlo a la luz y ahorrarse la humillada de su vida.

Con Jungkook había experimentado de todas humillaciones, vergüenzas, o incluso escenarios totalmente vergonzosos; desde por cosas sin sentido, hasta por cosas calientes. Por lo regular eso pasó en su etapa de hormonales, aunque bueno, Jungkook jamás borró o pasó aquella etapa.

—Y no, no es lo que piensas, pervertido —volvió a decir Jungkook con un tono burlesco.

Las mejillas de Taehyung se encendieron como fuego, volviéndose un tono carmesí en instante. Mierda, lamentablemente Jungkook lo conocía más que bien.

—N-no pensaba nada —balbuceó.

—Te conozco, Kim. Sé lo que pensabas —negó con diversión, fijando su vista hacia la carretera—. Iremos a comprar muchas plantas, ¿Te parece bien?

Jungkook miró un segundo el rostro de Taehyung, viendo sus ojos iluminarse por aquellas palabras. Conocía tan bien a su Taehyung, tanto que esa mirada en ojos de un tonto enamorado reflejaba ilusión y agradecimiento. A veces, las miradas hablan más que las palabras.

Y para un ser de luz como Taehyung, esa palabra le quedaba como anillo al dedo. A Taehyung le costaba expresar angustias, sentimientos, incomodidades, o incluso la misma felicidad. Sin embargo, tenía un ayudante que hacía que esto fuera transmitido sin necesidad de una palabra: la mirada.

Con tan sólo ver su mirada podrías darte cuenta de los pensamientos del castaño.

Una vez llegaron al lugar preferido de Taehyung, bajaron con velocidad gracias a la radiante emoción que contagiaba al castaño. Agradecía que era fin de semana, pues era un día en el que sí o sí estaba abierto.

Seven Days ➤ kookv✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora