Simo es de las personas que casi no se enferman, pero siempre que lo hacen parece que se muere, hoy era uno de esos días, el humano se encontraba postrado en su cama, con la nariz roja y una fiebre horrible, no tenía ganas ni de levantarse de la cama, mucho menos lo haría para hacer comida o ir al baño. Quería estar dormido todo el día, de hecho, en ese momento casi que estaba más para allá que para acá, cuando de repente un sonido lo espabiló.
¡Finlandia, Finlandia!
Sinne taas matkalla oli Iivana
Kun Molotoffi lupas' juu kaikki harosii
Huomenna jo Helsingissä syödään marosii
¡Njet Molotoff, njet Molotoff!
¡Valehtelit enemmän kuin itse Bobrikoff!Su celular estaba sonando con mucha insistencia, no alcanzaba a ver quién era así que con su mano temblorosa logró alcanzar su mesita de noche, a duras penas logró tomar su teléfono y lo jaló hacía el, leyó quien lo llamaba: "Pulgoso ♡".
Aquel nombre le levantó el ánimo, presionó el botón de contestar y la voz ruidosa del dios de la muerte no se hizo esperar. - ¡Simoo Simo Simooo! ¡Te he buscado en mar y tierra! -. Le reclamó su pareja, con una voz preocupada y a la vez enojada, lo había buscado y llamado todo el día, no obtuvo respuesta hasta ahora. - ¿Dónde estás? ¿Por qué no contestas mis llamadas? -. Estaba asustado de que Simo le ocultara algo, estaba de paranoico y celoso, pensaba que Simo andaba con alguien más.
Simo se rió y tosió, se aclaró la garganta. - Perdón, estoy en casa, no me siento bien -. Le contestó para que no se hiciera malas ideas, él sería incapaz de estar con alguien más que su egipcio. Al parecer no funcionó su intento de calmarlo, pues ahora en vez de preocuparse por otra persona, se preocupaba por que la muerte blanca tuviera algo grave. - ¿Qué tienes muerte? ¿Es grave? -. Le parecía muy adorable la preocupación del dios, a quien jamás había visto tan preocupado por alguien más, siempre lo había visto como alguien juguetón y que no se tomaba las cosas en serio. - Es una simple gripe, rakas -. Los esfuerzos para tranquilizar al exagerado dios eran inútiles. - ¡Voy para allá! ¡No muevas ni un músculo! -. Le colgó y Simo solo se frotó el puente de la nariz, no tardó mucho tiempo para que el azotar de la puerta se hiciera presente.
Era Anubis, llevaba un abrigo negro y pantalones del mismo color, e incluso botas de invierno, trajo una maleta donde parecía contener un laboratorio de metanfetaminas para curarlo. - ¡Ya llegué! ¡Ninguna gripe va a hacer que escapes de mi! -. Alzó los brazos y comenzó a aventar muchos utensilios médicos de dentro de la maleta, no sabía ni para que servía la mitad de ellos.
- Si no me mataron los soviéticos, una gripe no lo va a hacer -. Tranquilizó al dios con sus palabras, soltó unas ligeras risas y luego se dejó caer en la cama, tapándose con las cobijas, el dios se acostó a su lado y le rodeó con los brazos, jalandolo hacia él, le dió un beso en la frente, estaba temblando. - ¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor? -. Le acarició el cabello al finlandés e hizo un sonido triste, no le gustaba ver a su soldadito tan apagado. - Me gustaría algo de comer -. Le respondió antes de estornudar.
Anubis se levantó y se fué a la cocina, buscó entre las cosas que había en la cocina y encontró algunas verduras frescas, un poco de ternera y cerdo. Toda su experiencia pesando corazones y juzgando almas le eran inútiles ahora que tenía que cuidar de un enfermo, buscó recetas para los enfermos, y encontró una receta de algo llamado "karjalanpaisti", se veía rico así que se puso manos a la obra.
Primero peló las papas, cortó las zanahorias, cebollas y el ajo, se cortó un par de veces el mismo al no saber usar un cuchillo, jamás había tenido que cocinar, siempre le traían la comida ya hecha. En una cazuela calentó el aceite para luego saltear las verduras y la carne torpemente, se quemó los dedos cuando le brincó el aceite, luego agregó harina y caldo de res, el caldo estaba oliendo muy rico a pesar de los numerosos incidentes que pasaron, lo dejó cocinar hasta que la carne y las papas estaban listas, retiró las ramas de laurel y lo sirvió en un plato lindo junto a una taza de té caliente.
Todo se lo llevó a Simo en una bandeja, puso una mesita cerca del borde de la cama y le habló suavemente a su amante. - Ya está lista la comida, muerte -. Simo se estremeció y abrió los ojos con dificultad, Anubis lo ayudó a sentarse y a comer su karjalanpaisti. - Está muy rico -. Dijo gustoso y feliz. - Me alegra que te haya gustado, ¡Lo hice con sufrimiento y amor para mí querida muerte blanca! -. Dijo con orgullo mientras le ofrecía una cucharada de carne al finlandés, quien la aceptó tímidamente, jamás le habían dado de comer así. - Para ser tu primera vez tienes buen sazón, te debería enseñar a cocinar más seguido -. El soldado rió suavemente y se terminó la comida, se tardó un buen rato ya que saboreó y disfrutó la comida que con tanto amor le había hecho su pareja.
El francotirador se recostó en la cama otra vez y colocó sus brazos debajo de su cabeza; la comida le había hecho sentir mucho mejor, estaba tan lleno que le estaba dando mal del puerco y sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente sin que se diera cuenta, rápidamente se quedó dormido. Anubis lo notó y mientras tanto le dió de comer a kille, se dedicó a la lavar los trastes y el desmadre que hizo en la cocina de simo. El moreno pensó que realmente se merecía un descanso también y se acostó cerca de Simo, lo abrazo por detrás, tocó su pecho y sintió los latidos de su corazón, eran lentos y calmados, una melodía que hacía que también le diera sueño. Se quedó dormido también, abrazando fuertemente al menor para darle el calor que necesitaba.
En la tarde noche, Simo despertó, se sentía mucho mejor y ya no tenía fiebre, intentó levantarse pero Anubis lo tenía abrazado de la cintura, con sus manos en su vientre, no pudo evitar reírse, le acarició las orejas a su dios, quien por el tacto se levantó y sonrió. - ¿Dormiste bien? -. Le preguntó con una voz algo ronca y aún adormilada, el menor asintió levemente. - Si, me siento mucho mejor -. La muerte blanca se dió la vuelta y le correspondió el abrazo al moreno, estaba muy cómodo en la cama, no sentía el frío del ambiente. - Kiitos paljon -. Simo le agradeció con mucho sentimiento, casi siempre tenía que cuidarse solo, especialmente durante y después de la guerra. Anubis estaba contenta de ver a su amado soldado tan feliz. - Me alegro que estés mejor –. Contestó con una alegre sonrisa, sin dudarlo se acercó y plantó un beso en los labios de su pareja.
Simo comprendió que jamás volvería a estar solo, tenía al dios más ruidoso y terco de todo el Valhalla a su lado, cuidando sus espaldas cuando él mismo no podía hacerlo.
Y no podía quererlo de otra manera.
Holaaa, aquí Tank, el autor.
Muchísimas gracias por todo el apoyo que ha recibido este libro pequeño, ¡Ya pasamos de las mil lecturas y los 100 votos! Gracias a todos los que leen, dejan sus votos y comentan 🫶
Me gustaría hacer algo especial por este pequeño acontecimiento, así que he decidido abrir pedidos para agradecerles el apoyo, podrán ser sfw o nsfw. (Comenten aquí el pedido ❄️)
No sé que más decir, jamás pensé que este libro pasaría siquiera de las 100 lecturas jaja
Gracias por leer ✨
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☆꧁༒💀Death and gods💀༒꧂☆
FanfictionBien se dice por ahí que los polos opuestos se atraen, que curioso es el amor, capaz de juntar dos caras de la misma moneda que llamamos muerte, la muerte blanca y el dios de la momificación. - Aquí encontrarás pequeñas historias, escenarios y headc...