Bien se dice por ahí que los polos opuestos se atraen, que curioso es el amor, capaz de juntar dos caras de la misma moneda que llamamos muerte, la muerte blanca y el dios de la momificación.
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La época de verano era una que muchos aprovechaban para relajarse de todas las obligaciones que uno tiene a lo largo de su día a día.
Para Simo era agradable, sobre todo quedarse en casa a descansar, leer un libro y disfrutar de un clima que no involucraba estar enterrado en la nieve.
Pero está vez iba a ser diferente, siendo el primer verano en que no solo tenía la compañía de sus mascotas, sino también la compañía de su nuevo compañero y pareja, Anubis.
Le había propuesto ir a la playa, aunque jamás le había interesado mucho la idea, solamente había decidido ir por las vistas, además de presumirle al dios su habilidad de conducir su beatle amarillo.
Le hacía bastante gracia ver a Anubis sacar la cabeza por la ventana como lo haría un perro, justo como su Spitz finlandés, Kille lo solía hacer, incluso sacando la lengua. No era secreto que el egipcio era más parecido a un perro de lo que se decía.
Cuando llegaron bajaron todo lo que llevaban en la cajuela, lo cual eran cosas como una maleta con bloqueador y algunas toallas, una hielera con bebidas y comida, por supuesto una sombrilla para taparse del sol.
- ¡Mira que vista! -. Señaló el moreno a las aguas azules que chocaban con la arena dorada, el cielo estaba despejado y el sol brillaba con intensidad.
- No fue tan mala idea venir, que suerte que no haya mucha gente -. Ambos se tomaron de la mano mientras caminaban a la orilla a través de un pequeño camino de concreto, rodeado de palmeras y una que otra persona bronceandose en la arena.
A pesar de no venir con muchas ganas, no se podía quejar, Anubis solamente estaba usando un short como traje de baño, dejando casi todos sus accesorios en casa, relucía sin querer ese abdomen marcado, esas caderas y piernas fuertes, además de estarse sabroseando sus hombros anchos y pecho también, al menos lo disimulaba mediante el uso de gafas oscuras.
Se sentiría celoso de que las mujeres lo miraran, pero como iban tomados de la mano lograba demostrar su dominancia sobre las demás, y se notaba en su cara de orgullo.
A diferencia de su pareja, Simo no era tan exhibisionista, iba más tapado que monja, con shorts flojos y una camisa holgada color blanco, bastante ligera para no sentir calor.
Se sentaron en la arena, colocando la sombrilla y las toallas debajo.
- Había muchas mujeres mirándote -. Le dijo a Anubis, estaba colocándose mucho bloqueador para no quemar su piel tan blanca.
- No me dí cuenta, estás gentes ya no respetan -. El egipcio se indignó bastante, sacando un sándwich para comer ya que tenía bastante hambre. - Aunque no te preocupes, ¡soy todo tuyo! -.
Simo se rió por el comentario y decidió también tomar un sándwich, está vez de pollo.
Una vez terminaron, Anubis estaba tomando un baño de sol, estaba tan agusto que se quedó dormido, lo que Simo aprovechó para enterrarlo en la arena, cuidadosamente lo cubrió de arena y le esculpió una cola de sirena, las risas despertaron al moreno de su siesta, encontrándose con todo su cuerpo enterrado en la arena, solo su cabeza sobresalía.
