Capítulo 6

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Capítulo 6


―T-te odio, Toji Zen'in ―dije en apenas un hilo de voz―. Si tan desesperado estás... entonces pídemelo tú a mí.

Disfruté su expresión desconcertada al escuchar mis palabras, pero me divirtió más la manera en que todo su cuello se tensó cuando llevé mi mano derecha hasta su miembro y envolví su glande con mis dedos. Seguía tan caliente y erguido como hacía unos minutos, y por un instante experimenté una sensación de superioridad al saber que su cuerpo era tan esclavo como el mío del placer que le provocaba.

Para mi mala suerte, Toji no tardó en exigir el control una vez más. Le encantaba el poder y no iba a permitir una respuesta que no fuese la sumisión.

Grité cuando me envolvió con fiereza y me apretó hasta que mi espalda quedó unida a su pecho, sin permitir ni un milímetro de distancia. Llevó su mano izquierda hasta a colarse entre mis piernas, y acercó su rostro al mío para que su voz demandante me invadiera junto con su aliento caliente.

―Maldita zorra.

Por si esas palabras no fueran suficientes, clavó dos de sus dedos en mi vagina, sin previo aviso, penetrándome con violencia. Ese solo movimiento fue suficiente para que mi cuerpo entero vibrara y sintiera un orgasmo explotar hasta cubrir cada tramo de mi interior. Gemí en voz alta, con un tono agudo y humillante.

Mis piernas temblaron y mis ojos se entrecerraron al igual que mis labios. La ráfaga de placer se extendió como un trueno doloroso, y un par de lágrimas se asomaron por mis ojos. Él debió notarlo por la manera en que mis paredes apretaron sus dedos, porque los llevó incluso más adentro mientras mis fluidos descendían por su mano.

El brazo que se anudaba a mi cintura me soltó, solo para que su mano me ahorcara sin delicadeza.

―Si vas a fingir que no te gusta, deberías aguantar más que un par de dedos, zorrita ―escupió en mi oído, y yo creí que el calor de su aliento contra mi oreja me haría correrme de nuevo.

Soltó el agarre de mi cuello, pero no tuve tiempo de recuperarme cuando sentí su erección palpitante entre mis piernas. Su glande se colocó entre mis labios y enterró su miembro entero con rabia, como si quisiera romperme. Grité de manera humillante, ya sin poder aparentar, y me avergoncé al notar que, incluso con ese tamaño, la humedad en mi interior lo había recibido como si hubiese aceptado que solo estaba ahí para servirle.

Salió unos centímetros de mi interior, solo para volver a entrar con más fuerza, si era posible, y me obligó a andar un paso para que mis senos quedaran aplastados contra el espejo mientras me penetraba. Sus dedos se hundieron a cada lado de mi trasero para no dejarme escapar ni por un momento mientras su enorme pene se clavaba sin compasión una y otra vez.

Mis gemidos se habían vuelto agudos y vergonzosos, y respondían a cada uno de sus movimientos. Los de él, en cambio, eran graves y roncos, y llenaban el aire con una melodía perversa y sensual.

―M-más despacio ―supliqué entre gimoteos.

―No ―respondió tajante―. Esto es lo que te pasa por ser una putita desobediente.

Su cuerpo estuvo de acuerdo con sus palabras, porque continuó abalanzándose sobre mí sin consideración. Sentí mis piernas fallar, y por un momento perdí el control sobre mis músculos, que habían estado tensos durante demasiado tiempo.

Sentí que caería al no poder sostenerme, pero él me atrapó con ambos brazos anudados a mi cintura, como si hubiese visto que el pequeño cuerpo al que estaba atacando se doblegaría. Salió de mi interior y me giró con facilidad para que nuestros rostros quedaran frente a frente. Con un mínimo de delicadeza, colocó mi espalda contra una de las paredes y me alzó, de manera que mis piernas se anudaran alrededor de su cuerpo, mientras continuaba sosteniéndome.

Muñeca rota [ Toji Fushiguro y tú | +18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora