Limerencia

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La comisaría se encontraba en un caos controlado a las 8:00 de la mañana. El sonido de los teléfonos sonaba incesantemente, los agentes apresurados comenzaban a equiparse y el murmullo constante de las conversaciones llenaba el aire, otra clásica mañana donde las noticias nuevas eran las mismas de el día anterior y los rostros tenía la misma expresión. Sin embargo, ese día era ligeramente distinto, ya que el superintendente se encontraba allí para evaluar a los nuevos alumnos de comisaría.

Mientras observaba el ajetreo, Jack Conway no podía evitar sentir un profundo aburrimiento. La monotonía de los casos diarios, las mismas caras estresadas y agotadas, y la sensación de estar atrapado en un ciclo constante de responsabilidades lo abrumaban. A pesar de la urgencia y la actividad en la comisaría, había una sensación de repetición constante que lo dejaba desanimado, estaba harto de ver las mismas cuatro paredes de su despacho y tener que arrestar a las mismas personas que robaban autos cada día. La emoción y el sentido de propósito que solía sentir al principio habían desaparecido, dejando un vacío en su interior. A pesar de tener la responsabilidad de velar por la seguridad de la comunidad, se sentía desconectado y desmotivado.

—Vamos Conway, coño, hoy debe evaluar a los alumnos y no puede hacerlo con esa cara —Le recordó Volkov dejando varios papeles sobre su escritorio —Aquí tiene la información de cada uno, como puede observar, este mes solo cuatro personas aplicaron a las oposiciones.

—Cada cual más gilipollas que el anterior, seguro —Murmuró ojeando los informes —Leonidas Lorenzo, Leopoldo, Jesús Gonetti y Toni Gambino —Leyó sin interés —Coño, Gambino, ¿De dónde me suena eso?

—Ya, a mi también se me hizo curioso —Comentó Volkov sentándose frente a él con la PDA —Carlo Gambino —Comenzó a leer —Arrestado por venta de droga, posesión de arma ilegal, robo menor, robo a joyería con rehenes, insultar a un funcionario público, exceso de velocidad, robo de coche múltiples veces y huida de la justicia.

—Ya decía que me recordaba a algo, joder, ese gilipollas me dio un par de semanas de mierda—Recordó —¿Qué hace Toni Gambino en el cuerpo teniendo un pariente con tantos antecedentes penales?

—La regla de contar con antecedentes familiares intachables no está contemplada en Los Santos —Contó Volkov —A todos les pareció extraño, pero Gambino tenía razón, no teníamos forma de prohibirle entrar al CNP, además, superó cada prueba impecablemente.

—Joder, es raro de cojones, ¿Por qué querría ese gilipollas unirse a la malla?

—Es lo que hay que descubrir, mientras tanto, están los cuatro esperando en el vestíbulo, ¿Cómo piensa proceder?

—Son solo cuatro, envía a cada uno con un comisario o en su defecto un oficial, de Gambino quiero encargarme personalmente.

Mientras tanto, los alumnos nuevos se preparaban nerviosos para ser evaluados por el superintendente, sus corazones latían con fuerza, y sus mentes repasaban una y otra vez las lecciones aprendidas, sus miradas estaban llenas de anticipación y preocupación, conscientes de la importancia de este momento. El silencio en la habitación era palpable, solo interrumpido por el sonido de alguien aclarándose la garganta o moviendo nerviosamente un papel.

Los rostros de los alumnos reflejaban una mezcla de determinación y temor. Sabían que esta evaluación definiría su futuro en el CNP, y la presión de dar lo mejor de sí mismos era abrumadora. Mientras el tiempo pasaba lentamente, sus pensamientos se centraban en el deseo de realizar un buen desempeño y demostrar su preparación, pero también en el miedo a cometer un error que pudiera afectar su oportunidad de graduarse y convertirse en policías.

En algún momento fueron llevados a una habitación vacía por uno de los comisarios, al poco tiempo la figura del superintendente se hizo presente, su presencia imponente se hizo sentir en el instante en que puso un pie en la oficina. Su uniforme perfectamente planchado y su mirada firme proyectaban autoridad y determinación. Cada paso que daba resonaba en el suelo, mientras los presentes observaban con respeto su entrada.

ᴅᴇʟɪʀɪᴏ - TonwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora