Delirio

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Las emociones son un laberinto infinitamente complejo, tejido con hilos de alegría, tristeza, furia, miedo, amor y dolor. En el interior de cada ser humano yace un océano de sentimientos en constante cambio, como las mareas que suben y bajan en respuesta a las circunstancias de la vida. La alegría puede aprender a bailar con la tristeza, entrelazando sus manos en una coreografía única que da forma a la experiencia humana. La furia puede arder con la intensidad de mil soles, transformando lo que toca, mientras que el miedo puede esconderse en rincones oscuros y desconocidos del inconsciente, paralizando la voluntad. El amor puede elevarnos a las alturas más sublimes, mientras que el dolor puede sumergirnos en los abismos más oscuros.

En este torbellino, los seres humanos navegan, buscando equilibrio en un mar de contradicciones. A veces reímos mientras lloramos, amamos a pesar del dolor, encontramos paz en medio de la tormenta. La complejidad de nuestras emociones nos recuerda que somos criaturas insondables, cuyas experiencias y perspectivas están entrelazadas en una red intrincada y siempre cambiante.

Para Jack Conway la lluvia es capaz de limpiar cualquier vestigio ancestral de sentir en su cuerpo mientras el barro lo hunde en las carreteras de una historia que se alza sobre un ciclo interminable de experiencias desoladoras sin culpables.

Sus pies pesados luchan con la consistencia resbaladiza y pegajosa del suelo, cada huella dejando una marca profunda a su paso. La brisa congelada corta su piel, haciendo que cada inhalación sea un desafío. Sus huesos resuenan con dolor ante la humedad helada que los penetra, pero su paso es constante a pesar de ser tortuoso.

La tormenta refleja el torbellino de emociones que agita su dolorida alma humana. El estruendo de cada gota contra el pavimento resuena como el tumulto interno que lo consume, nublando cada pensamiento y oscureciendo su visión. Siente la lluvia golpear su rostro, pero no logra despertar ninguna sensación en su interior. Cada paso que da parece llevarlo más y más lejos, no solo de su destino físico, sino también de cualquier rastro de emoción.

Sus movimientos son mecánicos, su mirada ausente. Observa el mundo a su alrededor como si estuviera viendo una película en blanco y negro, sin color, sin vida. Los rostros de las personas que ve ocasionalmente al pasar no le dicen nada, no despiertan en él ni un gramo de curiosidad o empatía, en cada individuo lo único que puede apreciar es la incertidumbre de lo que pudo haber sido, de todo aquello que perdió, de una vida que nunca fue suya y un hogar que nunca lo recibió.

En el amplio cielo, la lluvia comienza a disminuir su intensidad, Jack Conway sigue su camino, sin propósito, sin deseos, sin anhelos. Se siente como una sombra que se desliza por las calles mojadas, ajeno a las emociones que otros podrían experimentar en un día como este. La verdadera tormenta se encuentra en su interior, donde cada emoción parece haber sido arrastrada por las aguas de un río indiferente. Sabe que algo está mal, pero no puede encontrar la forma de expresarlo, ni siquiera para sí mismo.

Cada paso se vuelve más desafiante que el anterior. Aunque la lluvia y el lodo le dificultan el avance, son su falta de emociones lo que lo hace sentir verdaderamente pesado. La ausencia de cualquier sentimiento positivo o negativo lo ha dejado adormecido, como si estuviera ondeando en un extraño limbo emocional. Incluso la fatiga de sus músculos y el peso de su propia existencia parecen lejanos y poco significativos. Con cada segundo la sensación de desplomarse se intensifica. Sus piernas parecen de plomo, pero su mente está vacía. A pesar de la dificultad y el agotamiento que lo afligen, no puede evitar sentir como si estuviera flotando en un océano de apatía, arrastrado sin rumbo por las olas de la vida. Cada vez que sus pies se hunden en el fango, apenas registra la sensación. Se siente como si estuviera asistiendo a su propia existencia desde la distancia, incapaz de conectarse con ella de nuevo.

Las gotas de lluvia menguaron su estruendo por un murmullo compasivo, pequeños rayos de sol comienzan a filtrarse lentamente a través de las nubes, iluminando un sendero que poco a poco comienza a recuperar su esplendor. Sin embargo, este cambio en el clima sigue siendo incapaz de despertar algo en su interior. Aunque el paisaje se transforma a su alrededor, su mundo interno sigue siendo igual de opaco y desolado que antes.

ᴅᴇʟɪʀɪᴏ - TonwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora