- Vamos, solo es una noche, un trabajo como cualquier otro, puedes hacerlo – repetí en mi cabeza una y otra vez tratando de convencerme. Una parte de mí quería huir lo más rápido posible de ese lugar pero en el fondo sabía que no podía permitirme perder la paga
La vida universitaria no es como lo pintan en las películas de Hollywood, al menos si no vienes de una familia adinerada o bien posicionada. La mayoría de estudiantes, aun con becas, deben trabajar para poder solventar los gastos que implica acceder a una educación superior de calidad en este país y yo no soy la excepción. Lo bueno es que siempre puedes encontrar algún empleo para ganarte el día.
Desde hace algunos meses trabajo en un bar cerca de mi dormitorio; el puesto no está mal, puedo relacionarme con compañeros de estudio y la paga es decente. Solo tenía un problema: servicio de catering para los eventos de la universidad. Y esta noche es uno de esos eventos, van a homenajear a un prestigioso ex alumno por su "contribución con la institución". Un viejo ricachón que regresa a su alma mater para realizar un proyecto que contribuirá solo a ensanchar sus bolsillos y no ayudará en nada a quienes realmente lo necesitan, como siempre.
Poco a poco el lugar se fue atiborrando de gente. Profesores, académicos, inversionistas, empresarios, todos comiendo, bebiendo y disfrutando su noche. Una reunión de los aristócratas más puros de la ciudad disfrazados de intelectualoides compitiendo entre ellos para demostrar quién tiene más poder.
A sabiendas de que el evento estaba por comenzar, decidí que lo mejor era tomar algo de aire para evitar un colapso nervioso en medio de la ceremonia. Le dije a mi novio que saldría 5 minutos y me dirigí al hall de ingreso; por suerte allí solo quedaba una mujer no mucho mayor que yo, totalmente absorta en su teléfono.
Busqué un cigarro en mi bolsillo, cerré mis ojos y maldije lentamente al darme cuenta que había olvidado el encendedor dentro. Cuando abrí los ojos tenía una pequeña llama frente a mí. La mujer que estaba en el hall acercó su encendedor y me ofreció fuego. - Fumar hace mal, sabes – me dijo con torciendo levemente sus labios mientras me miraba a los ojos.
- Si, es que estos eventos suelen ponerme los nervios de punta – contesté nerviosa.
- Parece un evento importante, con bastante concurrencia
- Si, un viejo ricachón va a ser homenajeado por la facultad y ningún intelectualoide de esta ciudad quiso perder oportunidad de atiborrarse de comida y alcohol gratis mientras se ufanan de su riqueza y poder.
Inmediatamente luego de pronunciar tales palabras un sudor frío recorrió mi espalda. No sé qué me impulsó a hablar de tal manera con una completa extraña pero temí haber dicho algo que pudiese perjudicarme. Había algo en ella que lograba alterarme más de lo normal, quizás era su forma de mirarme, de moverse o de hablar; pero lograba provocar algo en mí que no podía terminar de comprender, deseaba poder descubrir qué era.
Me sonrió con calma, sin decir una palabra sobre mi comentario y empecé a relajarme queriendo continuar la conversación pero mi intento fue frustrado por un hombre de la organización que se nos acercó:
- Doctora, el evento está por comenzar, aguardan su presencia – dijo el hombre sin mirarme.
- Enseguida estaré ahí – dijo sin más. Hizo un ademán con la cabeza y de la nada salieron tres hombres de traje que inmediatamente se formaron como su escolta.
- Un placer hablar contigo, señorita...
- Holloway, Sarah Holloway – digo torpemente.
- Señorita Holloway. Ahora, si me disculpa, este viejo ricachón debe ir a dar su discurso – dijo y se dirigió hacia el salón de eventos.
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Doctora Collins
Roman d'amourLa vida de Sarah cambia cuando conoce a una misteriosa mujer en la universidad