Noviembre, 1938
Las tropas nacionalistas se habían hecho con prácticamente toda la ciudad catalana. Las radios advertían de la situación. La batalla del Ebro había sido un "sálvese quien pueda" para el bando popular, y poco había que hacer ya. Cada vez estaba más claro quién iba a ganar esa guerra.
—Hódar y Ruiz, —una voz masculina firme sobresaltó a las chicas —preparaos, esta noche es vuestro traslado.
—¿A dónde? —La primera nombrada preguntó extrañada.
—A Barcelona, por fin hemos tomado la ciudad. El final está cerca. —La pelirroja sintió un escalofrío.
—Qué bien. —musitó, sintiendo incluso vergüenza.
Sin decir mucho más, ambas chicas obedecieron las órdenes del general y prepararon su mochila con ropa de abrigo y las pocas pertenencias que tenían. Por mucho que Violeta quisiera quedarse en su tierra -o en lo que quedaba de ella-, no tenía ni voz ni voto. Ni siquiera trató de convencer al Señor Fernández para pedir su permanencia en Granada.
Sobre las 5 de la madrugada salió el furgón con el resto de enfermeras que también habían sido enviadas a Barcelona. En total eran cuatro, aunque Violeta solo conocía a Denna, compartían el mismo turno de trabajo. El viaje fue largo, llegaron al nuevo hospital a las tres de la tarde.
—Vaya cuadro... —La rubia bajó del vehículo mirando a su alrededor con cara de espanto. Violeta sintió un pinchazo en el corazón al ver la cantidad de soldados que apuntaban con armas a numerosos civiles en la puerta del hospital. Llevaban ya mas de dos años en guerra, pero era incapaz de acostumbrarse a ver tales animaladas. Sobre todo sabiendo que ella podía ser quien estuviera a punta de pistola.
Su familia era nacionalista, aunque su abuela pertenecía al bando republicano. La explosión de la guerra las obligó a separarse, no sin antes compartir su secreto.
—Abuela, quiero ir contigo.
—Mi amor. Aquí estarás más segura... Haz caso a tus padres. Ellos quieren protegerte.
—Pero no puedo estar aquí... —la chica se frotó los ojos, tratando de no romper a llorar. —No soy como ellos. Soy como tú.
—Shhh... —La anciana cubrió la boca de su nieta con la mano —Cuidado con lo que dices, podrían escucharte. —La miró. —Cariño... Son tiempos difíciles, todavía te queda toda la vida por delante, tienes 18 años. No puedo permitir que te pongas en peligro de esta manera.
— Pero... —La señora la interrumpió, acariciando su rostro.
—Pronto acabará todo... Nunca pierdas el norte, Vio. Yo siempre estaré contigo. —La mujer sacó una cadena de plata y se la colocó en la mano. —Sé lista mi niña, pero no olvides jamás quien tú eres.
Violeta se tocó el cuello agarrando el colgante de su abuela con fuerza. La extrañaba mucho. En parte sentía que la estaba decepcionando, pero ella misma le dijo que se quedara. Y desde ahí tuvo que "luchar por su país". Y cada día se daba más asco a sí misma por estar compartiendo espacio con ese tipo de gente.
—Bienvenidas al hospital de campaña del Prat de Llobregat —La voz del nuevo general sacó a la chica de sus pensamientos. —Mi nombre es Gerard Ibáñez, para vosotras General o Señor Ibáñez. —Las cuatro chicas asintieron en forma de saludo. —Bien, dicho esto, ¡en marcha! Hay mucho trabajo qué hacer.
Las chicas siguieron al general, que ya se dirigía hacia la puerta del hospital. Violeta miró hacia un lado, viendo de nuevo la fila de civiles arrodillados que se encontraban justo en la acera de enfrente. Niños y mujeres lloraban desconsoladamente rogando por su vida. Los gritos estridentes de los soldados los mandaban callar. De pronto se escuchó un disparo. Violeta no quiso mirar más y fue a dirigir sus ojos hacia la espalda de su compañera que caminaba delante. Sin embargo, su mirada se encontró con la de la última chica de aquella fila. Pudo ver sus ojos empañados y su mentón temblar levemente. Las ojeras resaltaban el color de sus ojos, los cuales se encontraban medio ocultos a causa de su pelo desordenado.
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del mismo diente de león - kivi's one shots
Fanfictionone shots de las kivi en universos alternativos porque quiero y porque puedo :)