notting hill o ciutat vella II

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Habían pasado cinco meses desde que Violeta y Chiara se despidieron por última vez en la puerta de aquel hotel. La segunda no había parado de soñar con ella desde entonces. Por más que quisiera olvidarla, la veía en todas partes. Anuncios en el metro, canciones en la radio, entrevistas en la televisión. Todo el mundo hablaba de ella. Violeta no había parado. Su último single iba sobre ruedas, tanto que incluso llegó hasta el Times Square. Estaba en su mejor momento.

Todo cambió ese día de invierno. Las portadas de todos los periódicos las protagonizaban unas fotos subidas de tono de la cantante. Las redes sociales estaban plagadas de su cuerpo, sin censura. Y todo el mundo hablaba de ello. Justo esa mañana, Chiara se encontraba en su casa, y todavía no había puesto la tele, ni encendido la radio, ni leído el periódico. De hecho, seguía durmiendo. Últimamente trasnochaba mucho para componer, era lo único que hacía que su mente parase un poco. El timbre la despertó, y fue en pijama hasta la puerta.

—Hola... —Violeta, con la voz temblorosa y los ojos escondidos tras las gafas de sol apareció tras la puerta. Chiara achinó los ojos, dudando de que fuera un sueño. —¿Puedo pasar...? —Acabó de preguntar al ver que la menor no contestaba.

—Eh, sí, sí, claro. —Chiara se echó a un lado, dejando que una pelirroja deshecha entrase en su casa. Cerró la puerta y la miró. —¿Quieres tomar algo?

—Un café. —Dijo quitándose ma chaqueta.

La menorquina fue a la cocina a preparar dos cafés, y de paso se lavo la cara. Mientras, Violeta jugaba nerviosa con los anillos de sus dedos, esperando a la chica. Pronto se encontraron en la pequeña mesa, compartiendo el café en silencio. La cantante miraba la taza concentrada, y la otra chica la miraba a ella.

—¿Va todo bien? —Se atrevió a preguntar la pelinegra. Violeta suspiró, sacando un periódico de su bolso y dejándolo caer sobre la mesa. Chiara lo cogió, visualizando aquellas fotos de la portada. Tragó saliva al entender la situación, y volvió la vista sobre la chica que tenía enfrente.

—Fue hace unos años. —La granadina empezó a hablar, poniendo sus gafas de sol en la cabeza y dejando ver sus ojos hinchados. —Era una sesión de fotos y yo necesitaba dinero... Me dijeron que mi cara no saldría. —Chiara la escuchaba atentamente. —Ya ves que no fue así. Y alguien grabó. —Se llevo las manos a la cara, agobiándose cada vez más. —Y ahora todo el mundo...

La ojiverde no sabía qué hacer ni qué decir. Tenía a la chica que no había podido olvidar enfrente de ella, rota.

—Lo siento. —Acertó a decir la dependienta.

—¿Puedo quedarme aquí hasta mañana? —Preguntó la cantante. —Después me iré a Granada, a mi pueblo. El hotel está lleno de paparazzis.

—Claro, —dijo rápido —quédate. A Rus no le importará. —Le sonrió amable, y Violeta le sonrió de vuelta.

Se pasaron la mañana hablando de todo lo que había pasado en esos cinco meses, Chiara obvió cada latido de más en su pecho cada vez que veía a la chica sonreír. Mientras Violeta se daba un baño, la pelinegra preparó la comida. Macarrones con tomate y queso, tampoco es que supiese hacer mucho más. Ruslana, la compañera de piso de Chiara, llegó de su academia de baile, entrando como un terremoto, como siempre.

—Hola, hola, ¡¡¡holaaaaaaa!!! —Entró a la cocina y dio un beso en la mejilla a su amiga. —Mmmmmmm, macarrones... Qué hambre tengo, ¡dios! Voy a ducharme y ahora te echo una mano.

del mismo diente de león - kivi's one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora