El tercero

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Aquel extraño seguía encima de mí, hasta que Eikki lo empujó con un toque en su hombro.

Yo pude hacer algo, pero estaba esperando que Amón me ayudara.

Y me encontraba algo perdido cuando habló de Amón.

Aquello era curioso, ya que sólo la familia sabía sobre el pacto de Eikki y Amón.

-¡Erick dijo que yo tendría a Amón! - estalló el extraño.

- Ya te lo dije - dijo Amón sin paciencia - ya lo discutimos.

-¿Porqué golpeas a John?- preguntó Eikki mientras se acercaba a él.

- Erick y yo teníamos un acuerdo.

-¿Si sabes que Amón no es propiedad de nadie?- le preguntó Eikki - ¿Y sabías qué de ser posible yo lo tendría de regreso?

El extraño no dijo nada.

-¿Padre?- preguntó aquel chico.

-¡De verdad Eikki, eres muy estúpido!- gritó Amón tan fuerte que todo el castillo lo escuchó.

-¿Es estúpido amar hasta que duela?

- Madre me dijo que podría verte en unos años.

- Erick me sacó,junto con John.

-¡Yo debí salvarte!

- ¿Ya notaste que no sólo tiene parecido con tu padre?- le preguntó Amón a Eikki .

- Ya veo.

Octavio, el extraño, abrazó a Eikki y luego comenzó a llorar.

- Nunca pude conocerte.

- Tampoco Erick.

-¡Pero el te vió a los quince!

- Sí, es probable. Pero...

-¿Vas a admitir que fue un error que viajaras en el tiempo?- preguntó Amón.

- No. Porque John necesita sus armas. Y yo me despedí de mi amada pelirroja.

-¡Vaya despedida!- se burló Amón haciendo comillas en el aire.

-¿Entonces engendraste otro hijo?- le pregunté con descaro.

- Pues...  - admitió a medias Eikki- Se podría decir que para mí fue hace unas horas.

Eikki estaba algo perdido en sus pensamientos.

- Es por eso que existen los anticonceptivos - murmuró Amón.

- No seas idiota Amón - dijo Eikki.

- Erick no me dejó acercarme a John - dijo aquel joven.

- Eso es porque sabía lo que hizo Eikki - explicó Amón con tranquilidad - además eres una extraña influencia.

Eikki miró a Amón sin comprender.

- Es como tú padre. Se deja llevar por sus emociones.

- Vaya... Pensé que esos genes no los tendrían mis hijos.

- Supongo que el tercero es quién los heredaba.

- Que extraño.

-¿Y van a darme a Amón?- preguntó el tercero.

-¿Eso es posible?- pregunté con curiosidad.

Amón y yo teníamos un trato, uno que era muy diferente a como lo hizo con mi abuelo y con Eikki.

- No - dijo Amón - porque eres mi portador hasta que yo lo diga o mueras.

- Oh. Eso es un alivio - dije asustado.

- Debes mostrarme lo que puedes hacer - dijo Eikki - así sabré si eres digno de acompañarnos.

-¿No hablaras en serio?- dijo Amón.

- Lo hago.

Entonces recordé que dejé algo pendiente antes de irnos.

- Debo irme - dije a los tres.

-¿Ya tan pronto extrañas a tu novia?- preguntó Eikki a modo de burla.

-¿Ése mocoso tiene novia?- preguntó Octavio.

-¡No tengo!- dije antes de alejarme.

Los escuché murmurar y luego comenzaron a reír Eikki y Amón.

Busqué a Miranda.

Ella estaba en la cocina preparando galletas.

- Olvide que nosotros...-dije al acercarme.

Entonces la noté algo diferente.

- También olvidaste nuestro aniversario.

-¿Cómo?- dije sin entender.

- John Alexander Lauri, me prometiste que nosotros...

Ella comenzó a llorar.

- Ay no. Otra vez pasó algo.

Era un problema eso de los viajes en el tiempo.

-¿Otra vez?

- Eikki dijo que ir al pasado no cambiaría nada, pero...

-¿Así que no recuerdas que nosotros somos novios?

- No. En realidad nunca mencioné que es lo que siento por ti.

- Espero que aclares tu cabeza - dijo ella antes de salir molesta.

- Diablos, de verdad no la entiendo.

-¿Es que no puedes al menos fingir?- dijo Amón.

-¿Fingir? Yo...

- Eres malo mintiendo. Peor que Eikki.

-¿Y qué hago? ¡No recuerdo lo que pasó entre los dos!

- Vaya, sí que es grave. Al menos Eikki recordó gradualmente.

Odiaba cuando Amón no era de ayuda.

Lo que pasaba muchas veces.

- Habla con ella. Explícale qué pasó.

- Ya lo intenté.

- Y pasa al plan b, dile cuánto la amas.

Me quedé sorprendido.

¿Es que sentía algo por ella?

Sí. Pero no sabía cuánto.

- No seas idiota, besala - dijo Amón - se imprudente por un momento.

Imprudente.

Eso no estaba en mi vocabulario.

Pero tenía que arreglar las cosas con Miranda.

Resignado comencé a buscarla.

John Ylönen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora