Parientes

5 0 0
                                        

Eikki me tocó el brazo.

- Ahora - dijo Eikki mientras se apoyaba en el bastón - necesito que vengas conmigo.

Me veía muy serio.

- Sabes que deben ser más - dijo Amón.

-¿Qué propones? No conozco a todos mis parientes.

- Le puedo pedir ayuda a mis hijos - comentó Nicolás.

- Está bien - dijo Eikki resignado.

Lo noté cansado.

- Vamos a comer antes - dije mientras le tomaba del brazo.

- Me recuerdas a alguien,pero no sé a quién - me
dijo mientras me observaba.

Yo ya había visitado el castillo,unas cuatro veces.
Normalmente vagaba por el mismo por horas hasta la hora de la cena.
Razón por la que conocía todo el castillo.

-¿Qué se siente estar de regreso luego de tanto?-preguntó Nicolás a modo de burla a mi ahora abuelo Eikki.

- Un asco. Mantenerse en el limbo... Y despertar sin nada.

- Tu hermana y yo tuvimos dos hijos, tu hija Sara no tuvo hijos.

-¿Mis padres tuvieron más hijos?

- Uno más. Y luego tú madre se sacrificó.

Lo noté distraído.

-¿Cómo era tu abuelo John?- preguntó Eikki.

- Era idéntico a ti - respondí con sinceridad.

- Yo supuse que sería como Eleonor.

- No. Tiene razón, estuve con él desde que nació - dijo Amón - debido a que tú estabas atrapado.

-¿Sabes lo extraño que es no hablar contigo en mi cabeza?- le dijo Eikki a Amón.

- Eleonor estuvo conmigo una parte del tiempo, luego me quedé con tu hijo Erick.

- Necesito dos integrantes para la barrera - dijo Eikki mientras lo veía pensativo.

- Te bastará con tu familia - dijo Amón.

- Mi familia - murmuró con nostalgia.

Y Eikki suspiró con una marcada nostalgia.

Amón nos dejó solos un momento.

- Mi abuelo siempre hablaba de ti, decía que Amón le mostraba todo lo que hiciste.

- Puras cosas estúpidas - dijo Eikki con fastidio.

- Nada de eso. Dice que le habría gustado conocerte.

- Ni siquiera sé mi edad.

- Yo tengo 20. Y quiero ir por mi lanza y mi guadaña.

-¿Qué otras armas tienes?

- No quiero usar el arco. También puedo usar un violín.

-¿Quién usa eso?- dijo Eikki extrañado.

- Es para defensa a distancia, un clan poco conocido - dijo Amón regresando.

-¿Porqué no fui por mi hacha?- preguntó Eikki a Amón.

- Porque te saltaste las reglas. Y tampoco te presentaste por tu lanza.

- Maldición,mi madre si lo hizo cuando viajó en el tiempo.

- Si lo llevas vas a tener que presentar la prueba.

- Podría hacerlo.

- Eikki,te presento a tu sobrina - dijo Nicolás.

Una tía lejana.

Por lo que se, ella no envejecia como alguien normal.

Ella se enfocaba principalmente a la sanación, no era una guerrera.

- Elena Ylönen - dijo la chica - ¿Así qué eres el tío saltador del tiempo?

- Y tú eres la hija del pervertido de Nicolás.

- No le hagas caso - dijo Nicolás.

- Prácticamente orilló a mi madre a qué... - comenzó Eikki.

- No es cierto - intervino Amón - tu madre amaba a tu padre.

- Como sea...

- Tampoco obligué a tu hermana - dijo Nicolás - tuve que dejar mi templo.

- Como si fuera la gran cosa - murmuró Amón.

- En realidad, por lo que sé, mi madre se lo robó - dijo Elena.

- Eso es típico de nosotros - admitió Eikki.

-¿Así qué me necesitas?

- Sí. Pero necesito saber si cuentas con el potencial - dije mientras miraba mi plato.

- Cuando quieras podemos pelear - ella retó a Eikki.

-¿Y porque no te entrena ella?- me preguntó Eikki.

- Ella no tiene un demonio dentro - dijo Amón.

- Yo no tengo un demonio dentro - admitió Eikki.

- La cosa es que yo no uso mis habilidades para defenderme - dijo Elena - y no conozco muchas cosas que hacías.

- En pocas palabras, eres único - dijo Amón - y el más capacitado.

- Para mí que fue una excusa - dijo Eikki.

-¿Y si así fuera qué? - dijo Nicolás a la defensiva.

-¿Sabes lo que tuve que sacrificar para salvar al mundo?

- Tengo una idea. No conociste a tu hermana, ni a Erick - dijo Nicolás -Y Eleonor estaba resentida contigo.

- No hay nada para mí - dijo con cansancio Eikki.

-¿Y qué hay de mi?- les pregunté.

- Necesito estar solo - dijo Eikki mientras se levantaba.

Comencé a seguirlo.
Tenía una maraña de pensamientos.

Se sentía sólo.

Caminó sin sentido hasta llegar a una torre.
Sabía que debía darle apoyo.

- Me tienes a mí - le dije mientras me acercaba.

-¿Qué parte de privacidad no entiendes? - me dijo enojado.

- Necesitas apoyo - dije muy optimista.

- Te entrenaré, pero no quiero que te metas en mi vida.

- No te arrepentirás- afirmé.

- Ya lo estoy haciendo - murmuró.

-¿Y por dónde empezamos?- dije emocionado.

John Ylönen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora