★Capítulo 2★

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Luna estaba lloriqueando en la zona de ricitos de oro mientras sus lagrimas flotaban en el espacio. Me acerqué silenciosamente y la seque pasando mi dedo cerca de su mejilla.

Acerque  la mas pequeña que yo y la recosté en mi pecho, acariciando su cabello gris. El reflejo del sol la hacia brillar, algo que siempre me dejaba atónito sin importar cuántas veces pase.

Acerque aun ma a mi satélite y bese suavemente su cabeza. Aunque mi movimiento hizo que la despertará.

— Mi rey, murmulló adormilada el satélite natural

— Mi reina, murmullé a mi turno mientras coloque un dulce beso en la frente de aquella.

Ella se levantó y se sentó en mi regazo pero esta vez me empujó hasta que fuera yo quien estuviese acostado.

Me levanté un poco y la empecé a besar, primero por su cabeza, después por su frente, sus cachetes, su nariz, un beso esquimal y "accidentalmente" cerca de sus labios. Acaricie aquellos labios rosados y los roce un poco con los míos, pero solo por un milisegundo.

Luna, al sentir ese roce de labios, se puso de un rosa claro en sus mejillas. Solo esperaba que no lo tomase tan enserio ese beso.

— ¿Podrías hacerlo otra vez? preguntó aun sonrojada.

— ¿Qué? Respondí igualmente rojo de pena, me esperaba cualquier respuesta menos esta.

— Que si podrías besarme otra vez.

— Pero, sería en contra la regla...

— Ya dejamos de respecta las reglas del Sol hace mucho.

Sabía que tenía razón, normalmente no debería salir de mi órbita y aun así lo hago. Normalmente no debería besar y consentir a mi luna, pero aun así lo hago. Pero ya e causado suficientes problemas, uno de ellos es la revolución. No quiero poner a Luna y a mi en problemas con el Sol.

— Tus deseos son ordenes, mi reina, susurré antes de darle un beso, uno mas largo pero que demostraba todo el amor que tenia guardado.

La joven de peli-blanco-grisáceo me correspondió acercándome mi cara a la suya. Ambos caímos mientras que nuestro simple roce se convirtió en un beso apasionado. Nuestras lenguas coordinaban una y la otra, como si ya estaban destinadas a conectarse. Ambos lo sentimos y ambos lo queríamos.

Aquel satélite natural se subió encima mío mientras me besaba y empezó a mover las caderas encima de mi pelvis. Nunca, a cambio de los pequeños roces, habíamos llegado tan lejos. Aunque no me molestaba para nada, lo siento en sus movimientos que ella quería esto desde hace mucho, al igual que yo, solo que a mi por mi ego, nunca lo permití.

Nos separamos del beso dejando un hilo de saliva conectando nuestras bocas y nuestras respiraciones se coordinaban, tanto exhaustas.

— L-lunita~, logre murmurar entre gemidos, q-quería darte algo antes que pasemos al otro nivel.

— ¿Mmmh~? Respondió la mas pequeña, toda rosadita del sonrojo y algo confundida, también soltando unos cuantos gemidos.

Me levante un poco, algo tembloroso y acerque el regalo. Era una caja de color plata con brillos. Luna al recibirlo, rápidamente lo abrió y ahí se encontraba una corona de plata fina como la seda, con un grand diamante esculpido de forma redonda, como la luna, y otras piedras preciosas de diferentes colores. Aquella corona formando unas esculturas de una tal precisión para que quedara perfecto a la vista de los ojos de aquel satélite natural. Los ojos de la joven luna brillaron de emoción y de impresiones, ella siempre a visto diamantes pero no uno esculpido con una tal perfección.

Amarte en silencio ☆Tierra x Luna☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora