II

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—¿Que mierda hiciste ahora?

Lucía llena de nervios rio y el policia fijo su vista en Amelia. La peliverde contuvo sus ganas de agarrarla del cuello y ahorcarla.

—A usted no le interesa en lo más mínimo—dijo el policía y Lucía cambio su cara a una de molestia—. Noceda, pedí que llamarás a tus padres o un adulto responsable, no a una chica cualquiera.

—Ella no es una chica cualquiera.

—¿Crees que me importa? Perfectamente podría estar en mi casa viendo películas con mi gata, pero usted está hace horas aquí y no me puedo ir hasta que traiga a sus padres—dijo con notable cansancio el hombre.

—No puedo hacerlo—admitió la morena.

—¿Con quién vives?—interrogó el policía y Amelia se sentó al lado de su novia al ver que eso iba para largo.

Lucía se mordió el labio.

—Con mi hermana.

—¿Cuántos años tiene?

—Trece

—¿Con quién más vives?

La menor negó con la cabeza.

—¿Nadie más?—levantó un ceja el policía y Lucía asintió—. ¿Estás legalmente a cargo de esa menor?

Lucía volvió a negar con la cabeza.

—¿Quién es tu adulto responsable?

—Bueno, se supone que es mi padre, pero él... desapareció hace un tiempo—contestó, dudando en las últimas palabras que dijo, pues no habían logrado descifrar nada.

El hombre suspiro y, para sorpresa de las chicas, estampó su cabeza contra la mesa.

No volvería a su casa en varias horas.

—Pero ahora estoy viviendo con Edalyn...—mintió y Amelia le estuvo a punto de pegar una patada.

—Acabas de decir que solamente vives con tu hermana, idiota...—se frotó los ojos y soltó un bostezo—. Así que estás con Edalyn...

—Clawthorne.

—Me suena conocida... ¿Entonces porque no está aquí?

—No le funciona el celular—volvió a mentir.

El hombre volvió a suspirar y estrelló de nuevo su cabeza con la mesa. Amelia pensó que ese policía no estaba del todo bien de la cabeza.

—Entonces, si voy a tu casa, ella estará, ¿cierto?








—Creo que no parará de llover—dijo Luz—. ¿Cuánto cuesta un viaje en taxi?

—No importa, gaste el que quedaba en las bebidas—dijo Hunter—. Sabes lo que hay que hacer.

Luz pensó a qué se refería el rubio, pero podía hablar de tantas cosas. ¿Quedarse ahí hasta que pare? ¿Robar un coche?

Y luego pensó que era su hermano y que ninguna de esas cosas eran posibles.

—Llamar a Lilith.

Hunter asintió y marco el número de su tía. Se quedaron en silencio mientras el teléfono sonaba y Luz miro por la empañada ventana. Ya era bastante tarde y el sol se había ocultado casi por completo. Aún si no estuviera lloviendo, sería bastante peligroso salir solos a esas horas.

—Hola ¿Qué pasó Hunter?—contestó Lilith.

—Estamos lejos de casa esperando que deje de llover y la verdad dudo que lo haga en este momento, y no tenemos dinero para pagar un bus o un taxi ¿puedes venir a buscarnos?

Segundo roundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora