𝙂𝙞𝙛𝙩𝙨 𝙣' 𝙨𝙩𝙖𝙧𝙨 ,, ᴴᵃⁿᵃᴷᵒᵘ

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—. Todo salió mal, Amane .– dijo la voz llorosa de la albina por el teléfono. 

Hacía unos minutos que había recibido una llamada de su mejor amiga, quién resulta que se encerro en el baño del edificio antiguo, justo después de su encuentro con Yōko, y de hecho, no había salido de ahí incluso cuando ya había terminado el receso.

Se la había pasado llorando por más de dos horas antes de armarse de valor y llamar al joven de ojos miel y confesar su pequeño tropiezo.

Estaba tan avergonzada, sentía que nunca podría volver a mirar a los ojos a nadie sin recordar la expresión de completo asombro del chico de cabellos crema. Juraría que su boca hizo una perfecta "o" cuando la vió poner ese pequeño paquete dentro de la carpeta que el azabache le indico.

Oh Dios, ¿Acaso la denunciarán por plantar una bomba en una carpeta estudiantil? ¿Su futuro se verá arruinado por una acusación de terrorismo?

Estaba desconsolada, no podía dejar de imaginar escenarios ficticios donde ella termine presa o peor aún, humillada públicamente.

Mientras tanto, el chico fanático de la astronomía apenas podía seguirle la conversación a la chica, balbuceaba tantas cosas incomprensibles que ya no podía entender bien a cual se refería.

Juraría que escucho algo sobre el presidente mismo yendo a la academia para amonestarla personalmente.

—. O-oye, está bien Yashiro, nada de eso va a suceder, ¿sí? Créeme que ningún modelo atractivo de revista querrá hablar en televisión sobre una estudiante acusada de vandalismo y posesión de drogas! .– Hablo Amane lo más tranquilo posible que pudo.

—. ¡¿P-pero y que tal si pasa?! .– intentó inútilmente defender su punto, aunque claramente no estaba razonando bien.

—. ¿Y que tal si respiras un poco y vas a enjuagarte la cara eh? Debe ser agotador pensar tantas situaciones que no pasaran nunca .– río por lo bajo mientras intentaba animarla

—. No es nada gracioso burlarte de mi desgracia .–

—. Claro qué lo es .–

—. No, no lo es .–

—. Qué si .–

—. Qué no .–

—. Entonces deberías lavarte la cara .–

—. ¿No vas a parar hasta que lo haga verdad? .–

En respuesta solo recibió el silencio del otro lado de la línea, estaba claro que no dejaría de molestarla hasta que lo haga. Al fin y al cabo, solo buscaba que despeje su mente con el agua fría y vaya a clases antes de que alguien más note su ausencia.

Salió con algo de cautela afuera del cubículo del baño y suavemente dejo el teléfono encima del lavamanos, aún sin cortar la llamada, claro, quería que el contrario escuché el agua correr como prueba.

Abrió la llave y comenzó a tallar su rostro con ambas manos, la sensación refrescante y fría en su rostro le hizo dar un pequeño sobresalto. A lo que pudo escuchar una risotada en la bocina del aparato.