Fate:Cuento de dos reyes

Capítulo 42 : Cómo entrenar a tu bruja (1)

Han pasado aproximadamente cuatro meses desde el cierre de la campaña italiana y, como era de esperar, las cosas no han sido fáciles en lo que respecta a Constantinopla.

Como se predijo, el emperador Zenón no estaba tan feliz de tener una 'Federación Romana' que reemplazara al Imperio Romano Occidental, pero estaba dispuesto a dejarlo así después de lo que podría considerarse un golpe de suerte. Justo cuando el conflicto llegaba a su fin y Bizancio estaba evaluando sus cartas, Marciano, hijo del ex emperador romano occidental Antemio y nieto materno del emperador Marciano, intentó derrocar a Zenón y reclamar el imperio como suyo.

El verdadero golpe de suerte se produjo cuando el Papa logró convencernos de actuar y enviar parte de la guarnición combinada en la frontera norte para ayudar en el reclamo de Zenón al trono. La fuerza logró interrumpir una manifestación que se estaba desarrollando en los Balcanes a favor de Marciano y dio a las tropas de Zenón que defendían la capital del asalto principal del ejército de Marciano el impulso moral y la confianza para resistir durante mucho tiempo. El destacamento combinado se apresuró hacia el sur, cerca de Salónica, y luego avanzó hacia el cruce del Bósforo.

Las escaramuzas que siguieron en Gallipoli frenaron la revuelta de la mayor parte de su ejército, enviando a Marciano a una retirada más temprana en comparación con la histórica. Siguió una reunión entre los oficiales del destacamento y los defensores, en la que Zenón hizo todo lo posible para agradecernos por ayudar a un "hermano romano", pero no hizo ningún comentario hacia el nuevo gobierno de Roma. Lo cual era a la vez algo bueno y malo.

Bueno porque significaba que íbamos a librarnos de cualquier problema en el futuro, malo porque no evitaba por completo que aparecieran problemas en los próximos meses o años. ¿La gracia salvadora? Logramos sacar un amigo de Flavius ​​Illus. El importante general bizantino ya había empezado a ver la Federación con interés, pero con la reciente ayuda que le ofrecimos estaba dispuesto a considerar darle un apoyo abierto. Lo único que pidió fue que su familia se librara de cualquier intriga que Zenón pudiera lanzarle.

Y si bien puede parecer extraño que prefiramos a un general a un emperador, la verdad es que la política actual en Bizancio estaba lejos de ser estable: la revuelta marciana fue prueba de ello y, si no recuerdo mal, la emperatriz viuda estaba causando inestabilidad con sus peligrosos pasos políticos. El propio Illus se habría rebelado algunos años después de esta rebelión, empujado a la rebelión por un par de intentos de asesinato perpetrados por la mujer contra él.

La razón por la que era tan confiable era que era leal hasta que se enfrentaba a una espada de la nada. Y si le dieran un bote de seguridad para salir del Paseo Salvaje del Señor Zeno, felizmente saltaría hacia él y usaría su influencia para librar una guerra más cruel contra su antiguo Emperador si las cosas se ponían feas. Pero por ahora eso no sucedió y Zeno estaba siendo un poco más cauteloso en ese sentido.

No podía capitular completamente ante Illus, pero estaba siendo extremadamente cauteloso con él y con la posibilidad de una rebelión. Tenía el ejército, tenía motivos para liderar una rebelión que habría influido positivamente en cualquier movilización a su lado y era un general competente. De ser útiles para el Imperio Romano de Oriente, ahora teníamos un cuchillo apuntado a la yugular de Zenón en el momento en que intentaba algo divertido. Aún así, una vez concluida la guerra, los distintos monarcas y señores regresaron a casa y se suponía que eso sería todo.

Se restableció la paz, se reforjó Roma y se preservó el orden. Ria y yo nos mudábamos una vez más a las Islas Británicas, y ella no perdió el tiempo aprovechando el ahora pacífico viaje para ampliar aún más la opción que ambos teníamos en soledad. Fue tan intenso como uno podría imaginarse con la forma en que Guinevere había entrenado a Ria, y estuve bastante tentado a decir que cada intento de estar cerca de mí era un paso más cerca de arruinar potencialmente su identidad secreta.