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-𝓪𝓶𝓲𝓰𝓸𝓼 𝓮𝓼𝓹𝓮𝓬𝓲𝓪𝓵𝓮𝓼-𝕟𝕖𝕥𝕖𝕪𝕒𝕞

Pᴀʀᴛᴇ 3

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Son las cuatro de la mañana.

Neteyam había aprendido a decir la hora de su padre a una edad temprana.

Los Na'vi determinan vagamente la hora únicamente por la salida y puesta del sol, así como por el comienzo y el final del eclipse.  Fue por la mañana cuando salió el sol, por la tarde cuando comenzó el eclipse y así sucesivamente… No fue muy específico.

Por supuesto, era difícil decir la hora exacta sin el uso de la tecnología de la gente del cielo, pero su padre le había enseñado la lectura aproximada de la hora basada en la posición exacta del sol y la luna. Y ahora mismo probablemente eran las cuatro de la mañana. Quizás cinco, pero eso realmente no importaba.

Lo que importaba era que faltaban unas dos horas para el amanecer y Neteyam estaba completamente despierto, dando vueltas en su hamaca y sin poder volver a dormirse en la tierra de los sueños, como tan desesperadamente deseaba hacerlo. De vuelta a la falsa realidad de la que tan abruptamente se despertó, por sí mismo.  Donde él estaba contigo, tocándote, besándote, lamiendo y finalmente llenándote hasta el borde, estirándote ampliamente sobre su polla y...

¿Por qué tuvo que despertar ahora?

Se sintió traicionado por su propio cuerpo.

Eran las cuatro de la mañana y sabía que probablemente debería volver a dormir; tenía muchas ganas de hacerlo. Pero simplemente no pudo, ya no. Así no.

Neteyam no podía ignorar lo duro que estaba, los destellos de su sueño regresaban a él en pedazos y lo dejaban siseando mientras deslizaba una mano debajo de su taparrabos para tocar su pene y murmurar una maldición en voz baja.

Definitivamente podría encargarse de esto solo. No era como si no pudiera simplemente masturbarse, el ojo de su mente proporcionándole pequeñas imágenes sucias que deberían ser suficientes para terminar rápidamente y luego volver a dormir, con la esperanza de soñar contigo un poco más.

Sabía que eso era lo que debería haber hecho.

Pero su mente todavía está trabajando a media velocidad, plagada de sueño y deseo, la excitación tiene prioridad sobre cualquier lógica y sentido y arroja toda precaución al viento. Se sentía como si todavía estuviera soñando cuando Neteyam se encontró en la puerta de tu marui alrededor de las cuatro y media de la mañana, su cuerpo moviéndose como si tuviera mente propia.

Cuando entra, sus fosas nasales se dilatan ante tu dulce aroma. Siempre olías tan bien, comentó. Su dulce melocotón. Dulce al tacto, al gusto y al olfato. Quería devorarte en ese mismo momento.

Estabas durmiendo, obviamente.  Felizmente inconsciente de la presencia de tu mejor amigo en tu casa.

Neteyam sonrió, moviéndose silenciosamente para sentarse a tu lado y cepillando un mechón de cabello suelto detrás de tu oreja. Sabía que debería dejarte dormir. Siempre has dormido un poco hasta tarde y todavía era muy temprano, ni siquiera el sol empezaba a salir, así que habría sido cruel de su parte despertarte sólo para esto.

Pero está tan dolorosamente duro, volviéndose más desesperado con cada segundo y que al no hace nada para sofocar la ardiente excitación dentro de él, tenía que haber otra manera, pensó. Otra forma de conseguir su liberación sin tener que hacerlo él mismo. Una forma de sentirte, de hacer que lo ayudes sin despertarte.

Neteyam había sido el perfecto caballero todo este tiempo, pero no estaba seguro de cuánto tiempo podría contenerse. Te veías tan hermosa así, acostada boca arriba, con el cabello extendido alrededor de la cabeza.  Parecías un ángel y una parte de él quería ver esa expresión pura en tu forma dormida convertirse en algo pecaminoso.