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Las hojas de los árboles, se movían al compás del viento nocturno, lastimosamente hoy no se pudo apreciar la hermosa luz de la luna por alguna parte, el cielo se mantenía oscuro y lleno de nubes. Una tormenta se acercaba, quizás una de muchas pero, nunca la última.
Una joven cazadora corría a gran velocidad por ese bosque oscuro, portaba una capa que la cubría de pies a cabeza, el bambú caído sobre su escote moviéndose de des en cuando por el movimiento rápido, acompañada siempre de su hermosa ave, como su guía al lugar de su misión.
Así es, esa eres tú, la única demonio que es cazadora, ya hace unos cuatro años que te has estado dedicando a esto. Claro, todo tiene su explicación.
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[<<< 𝒇𝒍𝒂𝒔𝒉-𝒃𝒂𝒄𝒌 <<<]
—¿cazadora...? —musitaste, desconcertada por aquella noticia.
—así es, sé que es complicado de entender pero, el patrón decidió darte una oportunidad, seguro has oído sobre él. —dijo Urokodaki.
—pero no hice nada en especial... —justificaste.
—al parecer te está vigilando casi todo el tiempo, y se dio cuenta de lo que haces por las noches.
—a-ah yo...
—no te preocupes, no estoy molesto, gracias a ti no han habido muchos ataques de demonios por la zona —mencionó—. solo tienes que empuñar una katana, se sabía que la hija menor de Kitsumi tenía gran potencial a ser cazadora, tanto así que le empezaron a entrenar desde los tres años.
—yo... No se si pueda, hace casi un año y medio que no entreno. —te excusas te.
—puedes hacerlo, según lo que me contaron Sabito y Makomo, tú sola le diste un golpe muy fuerte a un demonio mutante en la selección final. —dijo —. entonces eso significa que tu cuerpo sigue siendo fuerte apesar de tanto tiempo.
Así fue como se te convenció de volver a tus entrenamientos.
Ya tenias el permiso de ser cazadora pero, claro que sería en secreto, si se descubría que una demonio era cazadora, podrían matarte; matar a Urokodaki, Sabito, Makomo y Tomioka, al ser cómplices de ocultarte.
Tu sueño de ser cazadora, se había cumplido pero, no era de la forma en la que esperabas que sería.
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[dos años después]
—¡Sabito! ¡Makomo! ¡Tomioka! ¡Se les ordena que vayan a la sede de cazadores de demonios! —exclamó un cuervo, llamando la atención inmediata de los nombrados.
