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Las brillantes estrellas, iluminaban el oscuro cielo, de esta noche.
Entrenabas hasta el cansancio, por tu frente pasaban pequeñas gotas de sudor las cuales limpiabas con tus cansadas manos. Estabas apunto de volver a darle un golpe al maniquí de madera que estaba frente a ti, hasta que alguien te toco el hombro, por impulso volteaste para darle algún golpe.
—¡Ah! ¡Mai-san! — soltó un pequeño grito al ver como casi lo golpeabas.
—Sabito-san, ¡lo siento!, no te lastimé ¿no? —dijiste tocando su mejilla.
—n-no, no te preocupes —las mejillas del mayor se tornaron de un tono rosado.
Notaste el color de sus mejillas por lo cual te preocupaste más y estabas apunto de volver a hablar, por lo que Sabito se alejo rápidamente.
—te venía a preguntar, si es que podías acompañarme a comprar algunas cosas al pueblo que esta cerca. —dijo con una sonrisa nerviosa.
—¿al pueblo? — ladeas la cabeza con confusión.
— si, sé que no sales mucho y como por ahora estas viviendo con nosotros, deberías conocer un poco más de los lugares cercanos.
— Makomo-san y Giyuu-san ¿están de acuerdo?
— si, no te preocupes por ellos, ahora, ve a darte un baño rápido, te pones un yukata cómodo y nos vamos.
— Esta bien. —caminaste hacia dentro de la casa.
La finca de los pilares del agua estaba dividida en tres casas, la del lado izquierdo era de Makomo, la del lado derecho era de Sabito y la del medio era de Giyuu, de este último, claramente siendo la casa principal. Estabas en la casa de Sabito.
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Una vez terminaste de darte un baño, te pusiste un yukata rojo con líneas amarillas.
— Mai-san, ¿ya estas lista?
—¿um? Si, solo falta mi cabello, esperame...
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