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Narra Mai (tú): . . . . .
¿Voy... Voy a morir?... . . . . . . No... No... . . . . . . ¡Muévete! ¡Muévete!... . . . . . . Sus katanas están demasiado cerca de mi cuello... . . . . . . —patética... . . .
. . ¿Eh?... . . . . . . Esa voz... . . . . . . —¿porque sigues inmóvil? ¡Muévete! ¡No me digas que ya te rendiste! ¡Después de todo lo que hice! ¡Así de fácil te rindes! . . . . . . Es... . . . . . . —¡sabían que eras débil y patética! Confiaron en ti... ¡Confiaron en mi! . . . . . . ... Esa voz es mía... . . . . . . —eres tan patética que te distraes con algo tan simple... "Lo siento"... "lo siento"... ¡¿Sabes decir algo más que eso?! . . . . . . . . . . .
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—muévete con más rapidez.
—¿eh? —me gire a ver a quien hablo —. Giyuu-san...
Constantemente estaba sola, al convertimos los cuatro en pilares fue muy difícil poder vernos, algunas veces eran invitados a comer o entrenar con los demás pilares que desconocían de mi existencia, pero la mayoría de veces no nos podíamos ver por las misiones.
El que más venía a visitarnos a mi y Urokodaki, era Giyuu... Siempre se preocupo mucho y, todavía lo hace.
Era de noche la poca luz de la luna nos iluminaba, al estar en el techo de casa, ese lugar se había vuelto un lugar especial para hablar entre nosotros.
—Sabito-san y Makomo-san... ¿Están en misión?
—si. —me respondió, como siempre estaba serio y con su mirada fría —. ¿Nuevo corte?
—ah, ¿te refieres a esto? —le pregunte apuntado a mi flequillo —. Hace unos días, en una misión un demonio me corto un poco el cabello, Urokodaki-san lo arreglo y termino así, ¿qué? ¿Se me ve mal?
—se te ve bien —me dijo después de posar su mano sobre mi cabeza, desordenando un poco mi cabello.
Se sentían cálidos los mimos que me daba, casi idénticos a los que mi hermano solía hacerme cuando era pequeña...
—pero debes tener más cuidado en tus misiones, si esa vez fue tu cabello, la próxima, puede que sea tu cabeza.
