07 El perdó dun germà

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Sintió como la carne pasaba por sus papilas de una forma exquisita, proporcionándo un gusto y un placer por todo su cuerpo que no había sentido desde hacía ya demasiado tiempo, algo que no pasó desapercibido por Jaume que lo veía a media sonrisa y con un cariño inexplicable.

—¿Esta rico?— Cuestiono el hombre, Raul dejo de mirar su comido para mirarlo, dudoso —El durum, ¿esta rico?—.

—¡Si!, hacía tanto que no comía esto que ya había olvidado como sabia y todo— Dijo divertido, volviendo a meter un bocado más de aquella deliciosa comida.

—Entiendo— Ahora fue Jaume quien comió, también feliz.

Era agradable verlos así de nuevo, los dos juntos, disfrutando en silencio la presencia del otro, como si Raul nunca hubiese abandonado aquellas paredes hacía dos años atrás.

Pero el pasado no se puede olvidar como la curiosidad nunca se puede detener.

Y nunca paro en Jaume.

—Raul— Lo llamo cuando por fin terminaron de comer, impidiendo que huyese al si antiguo cuarto. El más bajo hizo un movimiento de cabeza, indicando que continuase -no quiero molestar ni nada, ni incomodarte, claramente, y si no te sientes cómodo diciéndome esta bien, pero me gustaría saber ¿qué te ha pasado?-.

—¿Qué me ha... pasado?— Cuestiono Raul, un nudo en su garganta se hizo presente, y la presión callo sobre sus hombros, uan vez más.

Sus ojos se aguaron y miró hacia la mesa, apretando los puños y clavandose las uñas, sabía que tenía que hablar, pero no sé sentía preparado para aquello.

—Si no quieres contarme esta bien, solo que, tienes que entender que esto también es difícil para mí, llevas dos años desaparecido, hasta pensaba que estabas muerto y derrepente apareces, siendo perseguido por unos hombres raros, y no creas que no me he dado cuenta de las heridas Raul— Paro al ver el rostro del castaño, viendo como alguna gota caía por sus mejillas hasta la mesa, se dio cuenta que elevo algo la voz —se que es un tema difícil, y puedo deducir que no ha sido el mejor tiempo del mundo para ti, pero me preocupo por ti, porfavor, solo cuéntame algo—.

Raul se limpio las lágrimas de sus ojos y miró los ojos contrarios —Jaume, yo me escape— Afirmó el principio, por algo tenía que comenzar —seguí un amor ciego y termine así, siendo alguien que no era...—.

—¿Por qué?, si estabas tan mal, ¿por que no te fuiste antes?— Cuestiono el pelirrojo teñido, no sabía a que se refería aquella pregunta a su huida o al lugar donde estuvo estos dos años.

Raul lo miró un segundo y volvió a agachar la cabeza, sumiso por el regaño, pero siguió, aún que le doliera el corazón —por qué... quería buscar mi propia felicidad, quería irme y explorar, pero no quería abandonarte, después de todo, ¡eres mi hermano!— paro un segundo, apretó las manos —se que tenía que decirte en su momento, pero tenía miedo, eres lo único que tengo y tu opinión me importa mucho, sentí que lo mejor era irse...—.

Perxita suspiro y analizó sus palabras, entendía a lo que se refería y ya sabía desde hace mucho tiempo que Raul era un alma libre y que no estaría encerrado en aquella casa toda su vida — y... ¿lo otro?—.

—Me enamore de un hombre, era... encantador, romántico, todo lo que alguna vez me contaste en aquellos cuentos de princesas, pero en cuanto el anillo toco mi dedo, mi cuento de hadas de acabo...— Ya casi no aguantaba las lágrimas y la presión en su pecho aumentaba por cada palabra que salía de su boca, se iba a desmoronar.

Sintió como Jaume se levanto de su silla, todo su cuerpo se paralizó, era como sí hubiese viajado a otro plano astral, lo único que podía hacer era seguirlo con la mirada, sin poder pensar, sin poder sentir, lo único que podía sentir era un pitido en sus odios qie lo impedía escuchar.

El pelirrojo se agachó en frente suya, agarrando sus manos.

—Raul...— Lo llamo, el bajo contesto un "hmmm" por inercia, tampoco es que le saliera las palabras.

—No estás solo, ¿me oíste?— Acaricio con delicadeza las manos ajenas, los ojos de Raul empezaron a soltar lágrimas y un puchero apareció en sus labios.

—Y-yo... lo s-siento mucho, fui u-un mal h-hermano...— Ya no aguanta los hípidos que salían entre líneas, por fin estaba siendo sincero y ya no podía parar —t-te... ¡abandone! No soy- —.

—Está bien, no te preocupes...—  Le dedico una sonrisa comprensiva.

—N-no te importa?— Abrió los ojos incrédulo, poco le importaba todo lo que ha hecho que no tiene ningún rencor hacía su persona, pero, ¿como?, si tanto odio se tiene así mismo por eso, ¿por qué el no le odia en absoluto?.

Cerro los ojos y negó con la cabeza, para volver a mirarle —No es que no me importe lo que has hecho, no niego que han sido dos años difíciles sin ti, pero lo importante es que te arrepientes de lo que has hecho, has aprendido, y has crecido, aún que no quiera aceptarlo aun...— Hizo una pequeña pausa, tenía que aceptar que Raul ya no era si pequeño, pero eso no tenía importancia ahora, continuo —... ya me has pedido perdón, y yo nunca te odiaría, no te preocupes, estas totalmente perdonado—.

—¡Siento que no te merezco!— Admitió Raul, y por fin se hecho a llorar en los brazos ajenos, siendo consolado con el pelirrojo.

—No digas eso...— Removió su pelo, le pediría hora en la peluquería, ese estilo no era para nada suyo.

La verdad es que Raul había cambiado mucho desde que se fue, aún que se negara a verlo, tenía el pelo más largo, se movía con más elegancia, como si perteneciera a la gente de clase alta,  también era mucho más tímido y menos hablador, además era más atento a los pequeños detalles y más escurridizo, en pocas palabras Raul había cambiado mucho, y tenía una sospecha de por que.

No dejaría que le pusieran ningún pelo a su hermano.

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ꪖꪑꪮ᥅ ꪖꪶ ᦔﺃꪀꫀ᥅ꪮDonde viven las historias. Descúbrelo ahora