10 Veritats entre les mentides

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La arena se adaptaba a sus pies y metía como veneno entre ellos, y el solo observaba el océano, tan hermoso y brilloso, aún recuerda la primera vez que lo vio, se sintió tan bien, las olas pasando por sus pies le transmitían escalofríos y el aire en su rostro que lo hacía sentir vivo, simplemente increíble, Jaume lo miraba con cariño y ternura, como un bebé en sus primeros pasos.

Fueron sus primeros pasos hacía la libertad.

Esta vez es la única que llego a ser diferente, esta vez no estaba Jaume, esta vez estaba solo, esta vez no volverían juntos y comerían una pizza de cuatro quesos, no verían una película antes de dormir y no dormiría en cuarto nunca más, por que, esta vez estaba solo y no volvería a tener a nadie.

Escucho pasos entre la arena pero no hizo nada, simplemente dejó que las cosas que tuvieran que pasar pasasen.

—¿No crees que eres un poco joven para andar tan depresivo?— Alguien dijo en su espalda, reconoció una voz dulce y simpática, nunca la había escuchado antes.

—Y tu no crees que eres demasiado entrometido?— Respondió de vuelta, Jaume le había dicho que contestar una pregunta con otra era de mala educación, sin embargo el no estaba ahí para regañarlo.

Razón no te falta, pero sigue sin contestar a mi pregunta— Una mano se apoyo en su espalda, por fin decidió girarse, y sus miradas conectaron.

Un hombre alto, esbelto y de mandíbula afilada, ojos grandes y una sonrisa dulce lo miraba con comprensión y cariño.

Así solo lo miraba su hermano.

Pestañeo varias veces y miro a aquel hombre, ¿quién era?.

—No te incumbeApartó la mano del extraño de un manotazo, y volvió a mirar al mar, infinito como su dolor.

No se volvió a escuchar algún sonido hasta minutos después, cuando ya había olvidado la presencia de aquel hombre u se había centrado de nuevo en sus propios problemas, escucho como se sentaba al lado suya.

—El mar es precioso, ¿no crees?— Alago el alto, Raul se encogió más en su sitio, aquel hombre le intimidaba pero al mismo momento le generaba curiosidad.

—¿Qué es lo que quieres?— Respondió aún más borde, no quería estar con nadie en ese momento y aquel hombre le tocaba bastante la moral.

—Ya lo dije— Raul levanto las cejas curioso y el extraño lado la cabeza —Quiero saber por qué un hermoso chico como tu esta aquí, sufriendo en silencio—.

Se mordió el labio inferior y bajo la mirada, la penetrante mirada del chico lo presionaba a hablar.

—No te incumbe...— Está vez su voz salió más devil, más quebradiza, mostrando su debilidad.

Jaume siempre le dijo que no mostrase la tristeza ante el resto, ya que era muestra de debilidad y lo intentarían manipular a su antojo.

Debería haberlo escuchado.

—Lo , pero eso no impide que te pueda ayudar, ¿o si?— Le cuestiono, bufo, razón no le faltaba, sin embargo hay muy poca gente así, es decir, ¿preocuparse de un extraño?, debes ser un ángel si haces algo así.

¿De verdad existía gente así?

—No es lo normal...— Miro para otro lado, ya no podía aguantar la mirada del hombre, ¿de verdad alguien se preocupa por él?.

—En mi si, soy así—.

Mentiroso.

—Entiendo— Dijo, y cerró los ojos, notaba como le pesaban los ojos desde hacía mucho tiempo, sin embargo no se permitío un descanso.

—Soy Borja, Borja Luzuriaga— El ahora llamado Borja, le extendio la mano en forma de saludo.

Dudo un poco pero termino extendiendo la mano y jugandolas.

—Soy Raúl, Raúl Álvarez—.

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