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12 Taques al cor

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Metió la mano en el cesto de la ropa, sacando unos calzoncillos con manchas de algo que no sabría reconocer, hizo una mueca asqueado, ¿por qué era él quien tenía que hacer y tender la colada?.

Subió con cuidado la escalerilla para asi llegar hasta la cuerda de la ropa.

Frunció el ceño, estaba demasiado lejos, ¿era solo él o la cuerda estaba más arriba de lo que debería?.

Decidido estiró sus brazos hacia arriva, intentando por lo menos rozar la cuerda blanca, sin embargo había por lo menos unos 15 centímetros de distancia entre la cuerda y sus manos. Se rindió, bajo los brazos y suspiro, daba igual cuanto lo intentase, nunca llegaría hasta la cuerda.

Miró hacía la puerta que daba a la casa e hizo una mueca, podría ir a pedir ayuda a su querida madre pero lo más probable es que su padre le diese un castigo por no ser capaz de hacer algo por si mismo, también le metería la charla de que un hombre tenía que valerse y mantener la casa, y de como nunca sería capaz de valerse por si mismo, que era devil, inútil.

Creo que nunca entendio que simplemente era un niño.

Resignado volvió a estirar los brazos hacía arriba, intentando alcanzar la cuerda otra vez.

Estiro todo su cuerpo lo más que pudo, su camiseta se levantó dejando ver su cuerpo huesudo y maltratado.

Los dedos de los pies empezaron a doler de estar tanto tiempo de puntillas, hasta que se empezaron a entumecer.

Al ver que no llegaba intentando estirarse aún más, hasta solo apoyarse de un pie.

Cuando pensó que por fin llegaría a la cuerda, a pocos centímetros de distancia con sus dedos, sintió como todo su peso se iba hacía delante y la cuerda se alejaba de él.

Su corazón paro durante varios segundos y todo paso en cámara lenta.

Su cabeza chocando en seco con el césped fue el único sonido que captaron sus oídos antes de ver como manchas negras llenaban su rango periférico y lo último que vio fue la sonrisa torcida de su padre desde la ventana del comedor.

¿Por qué me odias padre?

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