Capítulo 7: Difamación

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El nuevo día en Café Terciopelo comenzó con un brillo tenue de luz matutina filtrándose a través de las cortinas, tiñendo suavemente el ambiente del acogedor local que seguía cargado tras el reciente atentado. Mimi, la joven dueña, junto con su asistente Yolei, se encontraban ocupadas, intentando poner orden y reparar el desorden causado por el incidente. La bajilla rota y el desorden de los muebles reflejaban la violencia que habían experimentado momentos antes.

Mientras Mimi y Yolei limpiaban y organizaban, se sumergieron en una conversación sobre la seguridad del café y la preocupación de Mimi por su propia protección y la de su personal.

Mimi: Creo que deberíamos tomar medidas adicionales para la seguridad aquí en la cafetería, Yolei. No puedo arriesgar la seguridad de nuestros clientes ni la tuya.

Yolei: Estoy de acuerdo, debemos de considerar instalar sistemas de seguridad adicionales o tal vez contratar más personal de seguridad para prevenir futuros incidentes. ¿No se supone que Wallace mando un guardia de seguridad?

Mimi: Estoy segura de que... todo es obra de Nami. Si te pones a pensar... el guardia vino por parte de empresas Glouberman, fácilmente pudo enterarse de que Wallace mando seguridad a mi local.

Yolei: ¡Esa maldita perra! Mim, tienes que contarle a Wallace.

Mimi: Estoy segura de que se enterará por las redes sociales, somos tendencia.

En las redes sociales, las noticias sobre el atentado en Café Terciopelo se extendieron como un reguero de pólvora. Comentarios difamatorios y acusaciones injustas comenzaron a circular, difundiendo información errónea y tergiversando los hechos reales.

Las publicaciones en diversas plataformas mostraban imágenes de la cafetería en estado de desorden, magnificando los destrozos y especulando sobre la inseguridad del lugar. Comentarios negativos y críticas despiadadas se propagaban, alimentando una narrativa negativa sobre el negocio de Mimi y asociándolo con problemas de deudas y peligros potenciales para los clientes. Las redes sociales, que se habían encargado de dar a conocer el café como un negocio prometedor, se convirtieron en un caldo de cultivo para las especulaciones malintencionadas y la difamación de Café Terciopelo.

Mimi confiaba en la ayuda de Wallace para aclarar los hechos a los medios ya que la reputación del local se veía amenazada por toda la información y acusaciones infundadas por Nami y su equipo, solo era cuestión de unir los puntos para saber que el guardia asignado por la empresa Glouberman fue sobornado por la heredera que buscaba sacarla del programa a toda costa, y su jugada le estaba dando resultado, ya que esa campaña de desprestigio estaba generando preocupación entre la clientela y el público en general.

Mientras continuaban trabajando, Mimi se detuvo un momento, mirando a Yolei con una expresión seria.

Mimi: Yolei, por favor, no menciones nada de esto a mi tía abuela. Su salud es frágil, y no quiero preocuparla aún más con estos problemas de seguridad en el café.

Yolei asintió, comprendiendo la preocupación de Mimi por el bienestar de su tía abuela.

Yolei: No te preocupes, no le diré nada. Pero debemos tomar acciones rápidas para asegurarnos de que este lugar sea seguro para todos, incluyéndonos a nosotras. Escuche de un buen sistema de seguridad de cámaras. Déjamelo a mi

Mimi asintió agradecida, reconociendo la lealtad y la comprensión de Yolei. Juntas, continuaron trabajando para restaurar el Café Terciopelo, decididas a garantizar su seguridad y protección ante futuros contratiempos.

Así terminó la mañana atareada de las chicas. Su asistente tomo su lugar en cocina mientras la joven propietaria, ya se encontraba en plena acción, preparando todo para recibir a sus clientes habituales y aquellos que buscasen un café reconfortante para comenzar su día. Un par de horas pasaron sin mucha actividad lo cual alarmó a la ojimiel, no era normal que un sábado estuviese tan tranquilo, ya que era su día fuerte en ventas. La actividad era notablemente más tranquila que de costumbre. La escasez de clientes era evidente, el bullicio habitual había dado paso a una atmósfera más calmada y silenciosa. Las mesas, en su mayoría, permanecían vacías y solo unos pocos clientes ocasionales se dejaban ver. Mimi trato de mantenerse ocupada tras el mostrador, organizando la tienda y tratando de mantener el lugar en condiciones óptimas a pesar de la baja afluencia. La incertidumbre causada por el ataque en las redes sociales se reflejaba en la quietud del local.

La mujer que camina con lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora