Capitulo 4: ¿Prometida?

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Comenzaron a caminar hacia la posada juntandose poco a poco con los hombres del reino de fuego, quienes bajaron de sus caballos para saludar a su querido príncipe, posiblemente solo para asegurarse de que estuviera bien, ya que no lo habían visto en toda la tarde, lanzandole al príncipe del otro reino una mirada fulminante que puso al pobre Mk levemente nervioso.

Al notar aquello, Aqualis tomó a su príncipe y lk alejó levemente de ellos.  — ¿Está cómodo con lo que pasó? —se atrevió a preguntarle una vez avanzado.

—¿Eh?  Pues... Supongo que si ... Estar comprometido no significa que nos vamos a casar ya ¿O si? —respondió Mk demasiado relajado con aquella situación.

—Sigo sin entender porque decidió esa solución. —agregó antes de voltear una última vez hacia atrás, está vez para ver a sus compañeros y mover la cabeza como diciendo "nos vemos allá".

— Bueno... Es que el lo dijo primero... Y no supe cómo decirle que ... No... —eso si lo avergonzó, provocando que jugará con sus dedos pensando en esa rara escena "romántica" —A-ademas... ¿Que tiene de malo la paz? —entró a la acogedora posada mientras Aqualis lo guiaba como niño chiquito, abriéndole la puerta y todo, quedando en la sala.

Mk se distrajo con eso, observando todo el lugar, con ese agradable olor a madera y la fogata al fondo. Iba a decir que parecía salida de un cuento pero le pareció redundante.

— Majestad —llamó si atención colocándose al frente del supuesto príncipe al ver cómo se distraía. —Usted ya esta comprometido.

—¿Cómo dices? —todo el asombro que pudo haber sentido con el lugar se esfumó , volteando a verlo alzando una ceja.

"Si. El principe Xiaotian se había enamorado de una sirvienta que conoció en el jardín de su tranquilo palacio. Su mirada suave y llena de ternura lo compadeció, haciendo que se motivara a salir en busca de ese mal que amenazaba con el bienestar de su gente y el amor de su vida... Eliminando al príncipe de fuego en nombre de su amor. O al menos eso  se suponía que pasaría pero...  Cof...  alguien tuvo que cambiarlo"

Habló el narrador con un leve levemente sarcástico o tal vez molesto.

—Ay, bueno, pues nadie me dió una co- —se aclaró la garganta falsamente al recordar que tenía a Aqualis al lado, incluso poniéndose derecho.

Aqualis se quedó contemplándolo confundido al principio pero ya conocía a su príncipe, así que le mostró el pergamino que contenía el  retrato de aquella mujer con rostro angelical.  — Ella es  Nerisa ¿Va a decirme que ya la olvidó?

—¿Qué? Ah... No, bueno... Es que... —estaba demasiado nervioso para contestar bien, sin embargo lo intentó, poniendo a trabajar a su enorme imaginación. Odiaba mentir, más cuando esa gente de cuento lo miraba con tal confianza. —Es que... Ese príncipe me necesita... —habló en un tono más bajo cuando escucho que Redson y sus hombres finalmente habían llegado, riendo y cantando incluso al entrar, posiblemente se había perdido un número musical en el camino.

— Principe...— levanto una ceja, pero a la vez dió suaves palmadas en su hombro. — Vamos adentro, debe estar cansado.

—Espera... Aqu... —olvidó su nombre pero igual deseaba hablarle. —Si te dijera que... Ah... al entrar en ese castillo olvidé gran parte de las cosas... Y todo este tiempo solo he seguido la corriente ¿Me creerías? — Lo tomó de los hombros para que lo viera a los ojos y supiera que no mentía, pese a la raro de la declaración. —¿Que tal si... Solo quiero ayudar al príncipe fuego? Tal vez... quiero que tenga un rato increíble Y... Cuando está aventura termine... Ver... Que pasa después... Además... Ir por la espada ayudaría no solo a él si no a ambos reinos. ¿No?  Estoy algo confundido, pero... Quiero tu apoyo... Ah... Amigo.

— Eso suena a algo que...

"Pobre príncipe, cree que puede convencerlos, pero las historias necesitan drama, una consistencia y-"

— Tiene sentido — respondió Aqualis.

"Renuncio"

Escuchar eso le sacó una sonrisa casi victoria al joven sucesor, pero no digo nada.

— Y soy Aqualis señor... —igual le sonrió y lo guío a las habitaciones de arriba. —Y debo decirle que este asunto me inquieta... Aunque sus intenciones sean buenas, si no funciona aquella espada y la maldición de su "prometido" permanece,  la vida de todos peligrará.

Mk colocó la mano en su barbilla, pensando en aquel riesgo. —Aqualis... —dijo para confirmar que aún lo recordaba. —Somos... amigos ¿Cierto?

—Por supuesto, majestad —le respondió con una reverencia y media sonrisa?

—Pues... Como amigo, te pido que confíes en mi. Sé que todo esto puede salir muy muy mal, pero vale la pena tener algo de fe... —le sonrió con mucha determinación . —Y si encontrar la espada no funciona...  Buscaré otra manera.

"Lo que el principe no sabía, era que no existía otra manera. Ejem... El cuento claramente dice..."

— De acuerdo. Encontremos una manera, majestad  — dijo Aqualis mucho más animado, ya que la actitud de su príncipe le parecía contagiosa como siempre.

"Me lleva el diablo"

El narrador soltó un muy fuerte suspiro cansado, tal vez su protagonista lo sacaba de quicio.

Por su parte, Mk simplemente se cubrió el rostro con una mano para ocultar la enorme sonrisa que se le formaba en el rostro por las tremendas ganas de reírse que tenía.

—¿Se siente bien? —le preguntó Aqualis.

—Ah, si. Si, estoy bien... Es que creo que sí estoy muy cansado —fingió bostezar, estirándose más de la cuenta.

—Oh, por supuesto. —caminó por el leve pasillo y abrió la puerta del cuarto designado. —Hubiera preferido seguir el viaje de noche para tener ventaja con nuestros poderes, pero supongo que su "prometido" se debilitará de noche.

—¿De que estás... —detuvo su cuestionamiento al notar como pequeñas gotas de agua de formaban entre sus manos, flotando hacia arriba con cada moviento pequeño que hacía. —Wow...

—Si me necesita, estaré en la habitación de al lado junto con Nereo. Que tengan buena noche. —se despidió cordialmente con la mano en su corazón y de retiró, dejándolo solo en esa acogedora habitación con una sola ventana.

"Ejem...nuestros príncipes decidieron tomar un descanso por esta noche... Sin importarles que la luna llena de acercaba  poco a poco. Era peligroso pero merecían descansar antes de comenzar con la aventura."


Pese a las palabras del narrador, Mk intentó relajarse, admirando el cielo que se veía desde la ventana. Y con la ayuda de un lápiz que encontró en un mueble, se dispuso a dibujar aquella noche estrellada. No era real pero comenzaba a adorar esa luna.


Las flores de mi corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora