You gave us some place to go.

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El blanco del vestido hanfu se encontraba cubierto por una gruesa capa de barro, sobre todo en el área de sus rodillas las cuales reposaban por encima de la húmeda tierra. Sin inmutarse sobre esto, el pequeño dirigía toda su atención a las flores en sus manos, trenzadas de manera eficaz puesto que permanecían unidas.

Al arrancar otra flor a su lado, percibió una presencia cerca suyo. A pesar del sentimiento inicial de susto, se enfocó en buscar a quien se encontraba oculto en el bosque detrás suyo, pero se detuvo al intentar levantarse.

No debía ir hacia los árboles, madre lo dijo, «Hay seres esclavizados por el Dios maligno dentro», y el maligno era malvado, por supuesto. Vivía temiendo por si algún día debía toparse cara a cara con el oscuro, nombrado así por el pueblo.

¿Sería completamente ruin? ¿sin ninguna otra cualidad en su espíritu? No lo sabía, jamás había interactuando con él, por fortuna; pero, si llegara a suceder, quizás debería forzar más su habilidad para detectar el halo que lo rodeara. ¿Tendría la capacidad suficiente para percibir también las intenciones de su alma?

Un sonido de ramas crujiendo lo saco de la ensoñación, por instinto tomó las campanillas de sus bolsillos sobre sus manos.
Si había peligro solo debía sonarlas y papá ahuyentaría a los monstruos con su gran lanza, al final todo estaría bien.

Contuvo el aire. Esta vez se levantó sin detenerse. Con el cuerpo frente al bosque, encaraba a quienquiera que estuviera ahí asustándolo; en la derecha sostenía los cascabeles, mientras que en la izquierda permanecía la corona de flores incompleta; el joven tomó una postura inclinada, facilitando su huida en caso de necesitarla.

Sin embargo, el aire emanaba normalidad mientras que la presencia permanecía ahí, por lo que asumió al instante que no se trataba de alguien con intenciones negativas.

–Puedes salir, no soy malo– mencionó sonriendo el de faldón, enderezándose y dejando atrás la postura tensa.

Ojos dorados resaltaron de la oscuridad proveniente de los árboles; al acercarse reveló un ser de baja estatura, aparentaba unos dieciséis años aproximadamente. Pero al inhalar profundamente, saboreó que en su interior era mucho menor que él, un espíritu nuevo.

Su piel pálida se iluminó a la par que salía del bosque, mientras la luz del sol se reflejaba en ella, descubrió su cabello oscuro como la noche, en las terminaciones de esta cabellera se encontraban pequeñas plumas del mismo color. Poseía una vestimenta más lujosa que la que él llevaría jamás, colores oscuros y estampados azules se colocaban en las telas naturales que vestía. El contrario descifró su aura en un instante, colores tenues reflejando su silueta, formando tonalidades verdosas claras. Fácilmente podría ser un samurai, tal como las historias que su madre solía contarle. Sus ojos demostraban una gran curiosidad y por debajo, determinación.

Un samurai alado.

–Una chica tan joven como tú no debería estar cerca del bosque, ¿desconoces acaso los peligros que resguardan dentro?–su voz salió como un susurro dudoso y eventualmente fue tomando forma, como si estuviera conociendo por primera vez la melodía proveniente de su propia garganta.

El de vestido chino frunció el ceño con extrañeza, dando a relucir lo grueso de sus cejas.

–¿Chica?–replicó con la voz más grave que pudo emular.

Sus ojos dorados demostraron sorpresa, más no dijo nada, la apariencia andrógina del chico daba libertad a comprender el género al que pertenecia.

–Deberías irte–repitió, casi ocultando su sorpresa inicial, y tomando un tono demandante.

–Papá me dejo jugar aquí; agradezco su preocupación, pero conozco plenamente los límites del valle y los comienzos del bosque. Sé las medidas a tomar en caso de peligro–sus mejillas subieron y tomaron una tonalidad rosada al sonreír libremente. Percibía aires de protección por parte del contrario, más no hacia él, sino hacia el bosque, hacia lo que almacenaba dentro.

–Y si por el contrario, ¿yo fuera peligroso? ¿que te da la certeza que no te atacaré? ¿que no te haré pedazos como cualquier otra criatura dentro de este terreno?

Un suspiro tomó lugar entre ambos, proveniente del pequeño iluminado completamente por el sol.

–El aire está calmo y la tierra bajo nosotros sigue su flujo, pero sobretodo tu silueta revela intriga, no agresividad–agregó mientras jugaba con las flores trenzadas, plenamente pacífico.

El contrario no respondió, parecía estar intentando comprender lo que el chico anunció, a su vez, analizando una respuesta coherente. Considerando lo joven que era el azabache, parecía estar examinando todas las palabras que conocía, en un intento por seguir orillándolo a largarse.

–No entraré en el bosque–alegó por fin después de un silencio, mientras bajaba las campanas y comenzaba a sentarse sobre la tierra nuevamente, su hanfu comenzaba a embarrarse de nuevo, con la diferencia de que ahora era la parte distal del mismo quien se ensuciaba.
»Sin embargo–y esperó una reacción del contrario. Ante tal pensamiento el dorado lo miró expectante, una ceja alzada y ojos que expresaban curiosidad–me iré a casa solo si juegas conmigo.

Una sonrisa tomó lugar en el rostro del humano, mientras que el contrario simplemente bufó con diversión ante tal petición; accedió finalmente, aún desconociendo siquiera el significado de un juego.

Se acercó a paso ligero y se situó a su lado, con extremo cuidado y sentándose en una parte cubierta por césped, paralelo al del vestido.

–¿Sabes hacer una corona de flores?–finalizó con las mejillas ruborizadas nuevamente ante el entusiasmo.

Y entonces todo el ambiente supo dulce.

Hear you me ೃ࿔* XiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora