VIII.

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 No podía quedarse quieto.

 Sus dedos tamborileaban sobre la mesa, sin control, y sus ojos divagaban perdidos entre cada cliente que iba entrando al local, evitando enfocarse en la mujer que tenía enfrente.

 No sabía qué hacer.

-¿Cómo estás, Javito?- Sonreía con inocencia la actriz.

-¿Qué haces acá, Fátima? La puta madre, en serio, de todos los lugares que hay...

-¿Es ella?- La mujer dejó a un lado su celular sobre la mesa y miró detrás del economista- ¿Myriam? Es linda.

-No quiero escucharte.

-Te vas a meter en un quilombito si tu hermanita se entera, ¿eh?

 Al candidato se le heló la sangre al escuchar eso.


 ¿Pensaba contarle?


 No podría ser tan hija de puta, ¿no?


 Examinó de reojo a la abogada, quien lo esperaba, con una mirada inquieta, al lado de la puerta de entrada, fuera del local.

 La estaba pasando mal.

 Está bien, es verdad. Él solía hacer lo que quería, con quién quería, pero cuando se trataba de "esto", a la última persona que quería contarle era a su hermana menor, solía enloquecer con temas así, y si se enteraba...


...


 Volvió en sí mismo y se cruzó de brazos.

-¿Cuánto sale tu silencio? A ver.

-Nada. Bueno...- La mujer adoptó un gesto meditativo, con un dedo en la barbilla- Si queres un par de zapatos nuevos de Prada, andan con descuento los que quiero, pero...no voy a decir nada igual.

-¿No?- Se sorprendió.

-Me agrada ella.

-¿Te agrada Myriam?, ¿A vos?

-Sep. Debe ser importante para que vos si te estás tomando todas estas molestias, y la verdad, es que es te ves diferente...

...

-No sé. O sea, es decir...aún estoy...- Exhaló - Da igual...

 La actriz se rió al ver su reacción.

 "Ojalá pudiese grabar esto"

 Le recordaba a los nenes chicos, de primaria, como cuando les preguntas quien les gusta y se ponen tan nerviosos que parecen que van a explotar.

 Su inquietud lo venció y lo dejaba en evidencia. Ni siquiera se había puesto a tantear lo suficiente estas ideas, pero al pesar en la mujer, su cuerpo lo traicionaba.

 Algo en sus venas, evidentemente, llamaba por ella.

 No podía creer que estaba viendo al mismo hombre que se la pasaba gritando con un odio violento a la oposición, con esa actitud de pasarse el mundo por delante, sin importarle nada más. ¿Ahora era esto?

-Te arreglaste y te pusiste ese perfume caro que te recomendé incluso.

-No importa, dije. Solo no abras el pico.

Políticamente incorrecto (Javier Milei x Myriam Bregman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora